Un millón y medio de portugueses residentes en el extranjero están inscritos en el censo electoral (los portugueses emigrantes son muchos más), pero de ese 1,5 millones inscritos solamente unas 300.000 personas habrían ejercido el derecho al voto. Si a esas cifras se suma otro millón y medio de realmente imposibilitados de ejercer el voto en territorio nacional (niños, menores, ancianos encamados o imposibilitados, etc. etc.) junto al hecho de que para elegir presidente de la República ha de votar cada quien en la circunscripción en la que cada uno en su día fue inscrito (no existe un sistema moderno de voto electrónico que permita votar donde quiera que estés), el temporal reinante este fin de semana en Portugal y el confinamiento absoluto vigente con razón en la Pandemia actual... son un conglomerado de factores para que Portugal alcanzase este domingo su cifra récord de abstención ante las urnas. Una abstención que cabría ponderar y relativizar en razón a lo antes apuntado.
Rui Moreira, presidente de la Câmara de Porto, decía al caer la tarde de este domingo que "es hora de avanzar con sistemas modernos de votación electrónica que sin duda harán bajar estas cifras de abstención en un futuro. La Sociedad, el Mundo, avanza tecnológicamente, no hay razones pues para nosotros estar anclado en un sistema de votación de 1975".
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