¡Gracias, Abel!. Muchas gracias por alegrarnos este tiempo tan entrañable con ese lucerío y tan buen gusto. Por eso, las luces navideñas especiales más rojas, las menos discretas de todas, alumbran que no veas precisamente en la avenida/camino del Tanatorio de Pereiró. Por eso, en la misma acera delante del Tanatorio, cuando sales medio lloroso tras despedir a un gran amigo que se ha muerto, ¡plas!, te das de bruces con este gran panel luminoso, que nos recuerda a los vigueses lo mucho que te debemos por una Navidad tan impar como la viguesa...
Gracias porque salir de la despedida de quien se ha muerto, estar aún con un nudo en la garganta y los ojos vidriosos y hallarte con que allí mismo, a media docena de metros de la orilla del Tanatorio, el mismísimo Abel Caballero, con su firma y letra, te desea ¡Feliz Nadal!, es todo un detalle, en nada inoportuno, en nada mal situado, en nada metedura de pata, aunque quien llevo al lado, que también viene de despedir al amigo fallecido, no pueda contenerse y exclame : ¡hay que joderse con este tío, te planta en las narices la noria, las luces y un ¡feliz Nadal! con su firma, hasta cuando estás llorando la pérdida de un ser querido!.
Este compañero de viaje al Tanatorio de Pereiró (a cuyas puertas estaba este viernes el show de don Abel que hemos retratado) es un mal agradecido, un mal vigués, que no sabe valorar el esfuerzo ímprobo que hace don Abel en favor de la felicidad de todos los vigueses, estén tristes o alegres, hayan perdido o no a su mejor amigo... Todos tenemos la obligación de aplaudir, de jalear este esfuerzo extraordinario y agradecer ese ¡Feliz Nadal! de don Abel Caballero, aunque nos lo estampe en la cara, a la salida mismo de un velatorio y el cartel -se supone- lo pague el Concello de Vigo aunque el beneficiario de la propaganda sea el populista firmante del mural...
¡Qué país...!. JUAN de la OLIVA
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