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"...Pero esta vez no hubo milagros". La emotiva felicitación navideña de Pepe Castrillo

José Pascual Castrillo Bernal es un periodista, maestro de comunicadores, ya jubilado hace unos cuantos años, que ejerció en la Radio, fundamentalmente, en donde llegó a ser director de no pocas emisoras provinciales y locales, finalmente director para la gran región de Castilla y León, de la cadena de emisoras de la SER. Castrillo, bien a pesar de la edad y de los achaques consustanciales, conserva la lucidez y brillantez propias de quien fue todo un maestro para muchos de los que enveredamos un día por el camino de la Radio también. 

Le conocimos hace muchísimos años, cuando la SER le encargó a este segoviano de pro lanzar y crear en Palencia una emisora que compitiese con la única local entonces allí existente (una emisora del Estado, antes lo había sido de la Radio del Movimiento). Castrillo, con media docena de jóvenes profesionales dispuestos a comerse el Mundo, montó aquella SER Palencia que muy pronto se haría con la mayor parte de la audiencia radiofónica de la ciudad y gran parte de la provincia palentina. Allí nació nuestra amistad que ha perdurado con los años; nos conocimos con ocasión de un viaje a "La Balastera", para retransmitir un partido que el Celta allí jugaba y en el cual los de "Ser Palencia" me prestaron la asistencia técnica.

Luego de su brillante etapa en Palencia, Castrillo abrió para la SER nuevas emisoras en otras partes de España. Fue un especialista en lanzar y afianzar proyectos radiofónicos, como gran director provincial y territorial (regional) que era. En la provincia de Málaga, por ejemplo, dejó inolvidables recuerdos; lo mismo que en toda Castilla y León, cuyas emisoras SER coordinó y dirigió desde la gran Radio Valladolid como base.

Ahora, Castrillo, como los que hemos entrado en años, vive de sus recuerdos. También del contacto con los amigos que no le olvidan. Desde hace infinidad de años, llegada la Navidad, Castrillo siempre se pone ante la máquina de escribir, o ante el ordenador ahora, para pergeñar un texto muy expresivo; una felicitación que envía luego a los amigos, uno a uno, con calma y dedicatorias anexas. Esa felicitación anual pascual (Pascual es también el segundo nombre de nuestro gran amigo) es una joya siempre, porque significa mucho : es el reflejo del sentimiento, del escribir con el corazón, con lo que se siente en estos días del año. Y eso, lo que siente Castrillo cada año, créame amigo mío, es clase aparte.

Tanto es así -y espero que el autor me perdone- que no resisto la tentación (ya lo hice algún año) de compartir esta carta-felicitación, con los lectores de Rías Baixas Tribuna. El texto lo merece; pero mucho más lo merecen los nobles sentimientos que irradia, la extraordinaria condición de ese gran profesional de la Comunicación y mejor persona que es José Pascual Castrillo Bernal.

¡Va por el... y va por ustedes!

EUGÉNIO EIROA

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... PERO ESTA VEZ  NO HUBO MILAGROS


      Ahora hace un año, me sentaba ante el teclado sin saber de qué escribir.  Muchos temas iban desfilando en mi mente, invitándome a hacer una selección de lo que debía contar. Mi mensaje, con el paso de los años, se ha ido adueñando de un puesto entre las felicitaciones y los buenos deseos navideños. Sabía cómo comenzar pero no me imaginaba en esos momentos cómo acabaría.


      La triste realidad es que estamos viviendo posiblemente los momentos más difíciles de la Vida. Y no sólo para cientos de miles de familias, sino más bien de millones y millones de personas, acosados por el intensísimo drama y unidas por unas desgracias horribles. 

      Miro al cielo intentando que las lágrimas no cieguen mis ojos, ni eclipsen el dolor que embarga mi corazón. Me cruzo de brazos y pregunto: ¿POR QUÉ SEÑOR?, ¿POR QUÉ.?. Me imagino que seremos tantos miles preguntándolo que quizás falte tiempo para contestar. Las tragedias no suelen dar explicaciones.


      Decía Stendhal : "Las lagrimas son la última sonrisa del amor". Recordándolo, me vienen a la memoria tantas familias rotas por la desgracia y hundidas por el dolor y la desesperación insoportable. Corazones destrozados por el coronavirus, que fue sembrando dolor por tantos y tantos como murieron, muchos de ellos, albergando dudas horribles sobre si las personas que más habían querido en su vida, les habían olvidado en los brutales momentos del dolor definitivo, dejándolos sólos, hasta sin el apretón de la mano con el adiós más triste de toda una vida. 


SEÑOR, millones de ojos miraban al cielo quizás recordando que Lázaro resucitó. El invidente volvió a ver. La multitud pudo calmar su hambre comiendo milagrosamente panes y peces. Barcas estuvieron a punto de hundirse por el peso del pescado que el milagro facilitó. La Virgen solucionando con su Hijo el problema en una boda. 

     

      El SEÑOR, con su crucifixión voluntariamente aceptada, murió por todos.  Ahora miles de personas pidieron seguir con vida al lado de los suyos.  Miradas al cielo, con ojos inundados de lágrimas recordando lo que en otras ocasiones se vivió; pero esta vez no ocurrió lo mismo de entonces.


      En estos días, en los que la felicidad propia de estas fechas ha sido arrasada en millones de hogares por el dolor y la tragedia, no recordar  especialmente a los que se nos  fueron, o los que están padeciendo el drama de la separación injusta e inesperada, no habría sido justo. Que la felicidad, el entendimiento y el amor vuelva  a todos los hogares. Es lo que hoy y siempre debemos desearnos todos de corazón .


JOSÉ P. CASTRILLO BERNAL




José Pascual Castrillo Bernal

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