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Fronteras) Fue la vez de la protesta firme en Ponte Barxas / São Gregório. "A luta continua..."

Ponte-Barxas / São Gregório, "una frontera de toda la Vida que hace m uchos años había dejado de existir", así te la definen los vecinos portugueses y gallegos de aquella zona. En el fin de semana alborotaron, estos vecinos, tomaron el relevo de las protestas, después de que en el fin de semana anterior, en la frontera de A Madalena, entre Ponte da Barca y el suroeste de la provincia de Ourense, hubiese también más que palabras... En realidad, aunque no les queda otro remedio que tragar por lo que les es impuesto, a los vecinos de las zonas de estas pequeñas fronteras cerradas a cal y canto (en este nuevo asalto a las libertades que se habían prometido en la Europa de Schengen, sin fronteras y demás cantinelas con las que nos zumbaron la cabeza durante décadas...) les han tocado bien las narices...

Ahora resulta que viene un Covid y los gobernantes, que no saben a veces muy bien por donde andan, tocan la corneta, cierran las fronteras y se quedan tan panchos... Si los de Ponte Barxas acostumbraban a ir a comprar el pan a una panadería de Sâo Gregorio... que cocinen pan en sus casas; si los de Sâo Gregorio acostumbraban a comprar unas semillas en Ponte Barxas... que se lixen, como dicen los propios portugueses... Para eso sirve cerrar la frontera; como bien dijo el diputado Benítez, un absurdo, una redundancia, un hacer la puñeta a las poblaciones raianas, que si ya están confinadas, como en el caso portugués, o con los perímetros municipales cerrados, como en el caso gallego... ¿a qué viene este más de lo mismo salvo para hacer de esto un sinvivir a los que trabajan a un lado y al otro...?.

En el paso atrancado de Ponte Barxas / São Gregório, vecinos de los dos lados de la "raia" pidieron al Gobierno portugués y al español el mismo trato que en otros pasos donde, aunque con justificantes extraordinarios, sí se puede pasar...

Un centenar de vecinos de la zona ourensana de  Padrenda y unos cuarenta residentes de São Gregório, en Melgaço, tomaron de forma simbólica la frontera que, hasta la llegada del coronavirus, era invisible para los habitantes a ambos lados de la "raia", como destacó este domingo el diario La Región. 

"A la crisis sanitaria y económica provocada por el covid-19, vecinos y empresarios de la zona, añadían ayer la moral que ha generado, por segunda vez en lo que va de pandemia, el cierre con bloques de hormigón de una travesía hasta ahora hermana. "Es una falta de tacto tremendo, no se dan cuenta de lo que realmente es vivir en la frontera. Se tiene que gobernar para ciudadanos civilizados y no para bárbaros. Si se cierra la frontera, la gente no va a pasar", señalaba contundente al pie de la antigua aduana Juan Carlos González, empresario y teniente de alcalde del vecino concello de Pontedeva, quien ponía voz a la sensación de "patito feo" en la que coincidían muchos de los residentes. "No se entiende que por algunos sitios sí se pueda pasar con autorizaciones especiales y por otros no, se está penalizando a los trabajadores transfronterizos que residen en esta zona", apuntaba", destacaba en su edición dominical el diario ourensano.

La situación no solamente es tensa, es que -además- hace retornar las correrías a salto de mata de los tiempos del contrabando... Hay una gran indignación entre los lugareños, porque además de atrancar con bloques de hormigón el paso habitual de la carretera, aparecen en las sendas del río atrancos de todo tipo, colocados en la parte portuguesa por elementos progubernamentales a los que se habría ordenado situar esos obstáculos...
Se está recuperando prácticas de antaño cuando estaban al día las rutas del contrabando o de "os carneiros", como los denominan en la zona
"Nosotros no, pero los portugueses han atrancado todos los pasos y pasarelas que hay río arriba. La gente salta por el regato porque tiene que atender su negocio", reconocía a La Región el alcalde de Padrenda, Manuel Pérez Pereira, quien ni comparte ni entiende la decisión del Gobierno luso.

Entre los que protestaron este fin de semana, del lado portugués se encontraban los representantes de la junta de freguesía de la zona y también de la Cámara Municipal de Melgaço. "Me consta de que presentaron una queja formal al Gobierno portugués, instando a la reapertura de la frontera, pero a la vista está que no hacen ni puñetero caso", explicaría el alcalde de Padrenda.

En la zona de Ponte Barxas-São Gregório están desolados, con negocios que han visto rebajada sus ventas un 50/60%, con  los trabajadores transfronterizos que cada día tienen que acudir a su puesto de trabajo al otro lado del río Troncoso y se les hace dar una vuelta tremenda con grave quebranto y aumento de sus gastos diarios : "se les está penalizando por vivir en una zona rural. Una situación de enfado e indignación que comparten y padecen a diario los vecinos de la zona sur de A Baixa Limia, muy perjudicados porque no se haya permitido el paso por alguna de sus fronteras, especialmente la de Madalena (Lobios-Ponte da Barca), por ser la más céntrica...",  "esta, la de San Gregório y Ponte Barxas es, quizás con la de Tui-Valença, una de las fronteras más antiguas de Europa. El río aquí une, no separa, eso lo sabemos bien los que aquí vivimos que nos sentimos todos hermanos... aquí hay gente casada de un lado con otro, hay amistades que son como familia, hay un vivir en común todos los días y a todas horas, pero siguen ignorándolo en Lisboa y en Madrid... nos duele mucho esto, con esto no se enfrenta la pandemia; con esto se arruinan las personas... Puedes morir de hambre, en vez de morir de Covid...", eran comentarios que en el lugar de la protesta se podían escuchar este fin de semana.  





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