Resulta que los árboles nos definen... no sé si te paraste a pensar

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+ Texto : Xerardo RODRÍGUEZ -
+ Fotos : Galicia Única - 
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LOS ÁRBOLES NOS DEFINEN

Tengo la mañana tonta. Ya está aquí ese calor final del verano que nos manda el Sáhara de los grandes misterios y me emboba desde la cúpula de los árboles con ese reflejo irisado de un sol que quiere ganar la sombra de nubes que también dejarán lluvia. Me pregunto si el horóscopo aquel que inventaron los celtas tendría algo que ver con esta luz o simplemente se fijaban en las especies y en la fecha de nacimiento de cada guerrero.

Antón Fraguas, que era el hombre que más sabía de estas cosas en Galicia, me preguntó una vez…

—- ¿Ti de que árbore caiche?

—- Pois que me lembre, de un carballo cando era neno.

—- ¿E cando naciche?

—- O 15 de agosto do 1943.

—- Pois asegún o horóscopo celta eres valente, forte, implacable, independente, sensible, pero os cambios non che gustan, eres moi tradicional.

—- Podería ser… ¡A saber cómo son eu!

El sabio etnógrafo compostelano me explicó que los celtas relacionaban la fecha de nacimiento con los árboles para definir la personalidad de cada uno. No me extraña porque los bosques eran las catedrales de los druidas y el poder de los dioses se encontraba místicamente vinculado con cada uno de los árboles de la floresta autóctona; cada especie vegetal arbórea era consagrada a un dios o simbolizaba una virtud.

Contemplando los abedules que protegen las márgenes del Ameneiral, esta mañana, recordé que, ya de adolescente, yo hablaba con los árboles del bosque de Souto de Rey porque eran como los humanos: nacían, crecían y se reproducían.

El horóscopo celta, me contara Fraguas, “a diferencia del horóscopo zodiacal, no se basa en influencias planetarias ni tiene carácter predictivo. Más que augurar el futuro, a lo que se le pretende dar explicación es a la personalidad de cada cual según su fecha de nacimiento y el árbol que le corresponde a partir del calendario celta”.

Fue diseñado por los druidas y lo forman 21 especies. El roble y el olivo, identificados con la valentía y la sabiduría, representan respectivamente los equinoccios de primavera y otoño. El abedul y el haya, por su parte, tocados por la inspiración y la creatividad, están destinados a los solsticios de verano e invierno. Los 17 árboles restantes representan periodos equidistantes y contrapuestos entre sí.

Entre ellos figura el manzano, identificado con el amor; el abeto es el misterio, el olmo la nobleza, el ciprés la fidelidad, el álamo la incertidumbre, el cedro hunde sus raíces en la confianza; el pino es lo particular, el sauce llorón bebe de la melancolía, el tilo retrotrae a la duda, el avellano conecta con lo extraordinario, el serbal es la imagen de la sensibilidad, por eso los druidas lo utilizaban como báculo; el arce ha sido identificado con las mentes abiertas, el nogal es la pasión, el castaño la honestidad, el fresno simboliza la ambición, el carpe es el árbol del buen gusto; y la higuera se identifica con el valor de la sensibilidad.

Ya lo sabes… el que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija.