"¡VIVE, ESPAÑA!" (Casi 12 años de aquel gran relato de Xerardo Rodríguez que sigue vigente)

Se avecina un 2021 muy complejo. Muy difícil. Por muy bien que vaya la vacuna y haya la suerte de aplacarse la Covid, tenemos encima en países como España una situación económica demasiado próxima a la catástrofe. Cuando baje la marea de los Erte´s, préstamos, ayudas... se descubrirá lo que hay debajo : fango, demasiado fango, ni siquiera arena limpia que sirva para mezclar con cemento y reedificar de nuevo... 2021 puede ser, aunque salvemos la Salud (ojalá que así sea) un año tremendo en la Economía (ojalá que así no sea).

Hace casi 8 años, el gran maestro de comunicadores, posiblemente el mejor radiofonista que Galicia ha tenido, Xerardo Rodríguez, escribía un artículo que -infelizmente- sigue vigente a pesar del tiempo transcurrido. Salvo pequeños detalles, la situación y la esencia del problema que se aborda a través del relato que sigue, vuelven a ser de actualidad plena y lo serán más en próximos meses...

Decía así el bueno de Xerardo...

Me había propuesto ser un parado más y salí de casa aquel soleado lunes para ver si me aceptaban en el INEM y de paso hacía nuevas amistades entre los que, como yo, tendrían que cambiar de actividad si querían seguir laboralmente vivos. Y allí estaba, a la cola, con depresión a bordo y cara de pobre hombre…

—- Yo te conozco.

—- ¡Qué va! ¡Nadie me conoce ya!

—- Ni a mí…

Aquella cola iba aumentando y ya éramos más de mil los cara-triste que esperábamos una sonrisa amable de esas que llenan de esperanza la nebulosa del alma. Eso, una sonrisa, aunque solo fuese. Porque al parado nadie le sonríe… Eso sí, a todo el mundo le da mucha pena. ¡Hay que joderse!

—- ¿Y tú como ves esto?

La pregunta me la hace un chico joven, de treinta y pocos, con pinta de filósofo…

—- Peor que tú, que puedes buscar refugio en Kant, aunque no sé si es el más apropiado.

—- Kant  ya me lo anticipó en la USC: el mundo comenzó a cambiar hace un siglo con la revolución industrial…

—- ¿Y eso…?

—- Las máquinas sustituyeron al hombre y le dejaron sin NADA.

—- ¡A mí me lo vas a decir!

A ver. Voy a hacer un ejercicio de memoria,  porque para el otro, el físico, ya no me responde el cuerpo. Lo tengo inactivo, no vaya a ser que me canse a estas alturas de la película… Me pregunto yo si el joven de la fila habrá visto una de esas de la “Paramount”, que como son gratis, hasta tienes que escribir tú el guión…

—- Se me cayó una de las contras de mi ventana.

—- Ya, pues vete al taller de Nito, que son rápidos…

En el Taller de Carpintería de Nito quedan dos de veinte. Son Nito padre y Nito hijo.

—- ¿Cómo va?

—- Hacemos mucha chapuza y vamos tirando. Compramos unas máquinas y eliminamos personal…

Entro en la Cafetería que nunca se como se llama y solo está el dueño o arrendatario autónomo o lo que sea…

—- Un café por favor. Solo.

Ni buenos días.

Este hombre está muy amargado pero… Anda, es verdad, las máquinas me rodean: la del tabaco, la cafetera, la exprimidora, la jarra que calienta el agua, la plancha automática, el microondas…

Tomo la autopista pese a que como parado debería ir por la “general”, pero he de reponer combustible y tengo a cinco minutos gasolinera moderna con diseño de Norman Foster. Es también mini supermercado, kiosco de periódicos, tienda de chuches, tiene recambios para el automóvil y todo lo atiende una sola joven, la que cobra. Es muy amable:

—- Hola, buenos días, ¿Con tarjeta o en efectivo?

Lo demás lo hicieron las máquinas o te lo montaste tu mismo: echaste el gasoil, un poquito de aire para las ruedas, te lavó el coche otra máquina, tomaste el periódico…

—- Son ochenta y seis con cuarenta y cinco euros.

—- Ya…

—- ¡Gracias!

Pongo en marcha diez años de coche y allá voy… Claro que al llegar al peaje me doy cuenta de que han suprimido una cabina y han puesto otro “ove”. Le pregunto a la chica guapa…

—- ¿Hay una cabina menos o me equívoco?

—- No señor, está en lo cierto.

—- ¿Y…?

—- Porque quieren reducir personal. Si todo el mundo comprara el aparatito nos iríamos todos y todas a la calle…

Buceo por las nuevas tecnologías, busco peaje del futuro y ya no contempla ningún tipo de personal. 

Sigo. Tampoco hoy hay aparcamiento… ¡Dita sea!

Lo dejo en un parking pensando en que me va costar unos siete euros que me cobrará un cajero automático… porque un solo señor atiende, de aquella manera, las tres plantas del aparcamiento, en el que solo lees anuncios y carteles que te advierten:

“La empresa no se hace responsable de lo que pueda sucederle a su vehículo”.

—- ¿A qué le ronca?

Pues eso no es nada. Abro el periódico y leo:

—- “El presidente de Amazon, Jeff Bezos, avanzó el domingo que,  en no más de cinco años enviarán muchos de sus paquetes con “drones”, es decir con aviones no tripulados. La noticia, que podría parecer propia de una película de ficción, no es más que una nueva evidencia de cómo la tecnología va sustituyendo poco a poco labores como la que ahora desempeñan los repartidores de paquetería”.

Ya imagino como vuela hasta mi casa “Morrazo Tribuna”, que gentilmente me trae ahora el chico de MRW.

A todo esto, la cola del paro avanzó lo suficiente y mientras a mi compañero, el filósofo, le tocó un señor muy serio a mí me atendió una encantadora joven esbozando una sonrisa de lo más apetecible y diciéndome al mismo tiempo:

—– ¡A ver si tenemos suerte y puedo ayudarle!

—– Ya lo ha hecho usted, señorita. Esa sonrisa acaba de inspirarme la portada de la semana. Muchas gracias. Ha llenado usted de esperanza mi errática alma.

Salí corriendo hasta el “Puerta del Camino” donde había quedado con un viejo amigo ex sindicalista, experto en desempleo y que acaba de darse de baja de su organización, la UGT, porque nunca pensó que las “malas prácticas” llegasen a quienes tienen la obligación de defender a los trabajadores…

—–  Esto es el fin de nuestro sindicato…

—–  Hombre unos cuantos chorizos no van a destruir un siglo de honradez.

—–  Pero… ¿No te das cuenta de que ya no hay trabajadores que defender? ¿Qué a cuatro millones ochocientos mil no los mueve nadie de casa y el resto defienden ellos a la empresa, no vaya a ser…?

—–  Oye… Manel… ¿Y tú qué opinas de tanta máquina sustituyendo al hombre? Sí, eso que antiguamente se llamó la Revolución Industrial…

—–  Yo creo que no hay mal que no traiga algún beneficio: hemos entrado ya en Revolución Tecnológica y esta va a generar otro tipo de empleo. La sociedad está cambiando, mi amigo.

—– Pero… Cada día hay más pobres y los ricos son muchísimo más ricos. Yo a eso le llamo Injusticia Social…

—– Bueno, todo cambio representa su sacrificio… Cuando aparecieron los primeros móviles resulta que hubo la mejor tasa de ocupación de la modernidad…

—– ¡Hablas como un político!

—– No, como un viejo ex sindicalista que vivió varias crisis…

Hace sol en Santiago y no es un dato climatológico frecuente, como sabes. Me voy a pasear entre jubilados, por la Alameda, que hay un banco bajo el árbol que plantó Evita Perón, a ver si nos ilumina… La mañana está fría pero el sol lo soluciona y el anciano que ocupa el banco me hace un sitio porque…

—– Hay que aprovechar estos días, que luego llueve y no hay quien respire este oxígeno puro…

—–  Claro, claro… ¡Además poco hay que hacer! ¿Verdad?

—–  Verdad. Yo soy prejubilado… ¿Y usted?

—–  Yo parado…

—–  Lo siento, pero se le ve mayor…

—–  Sí, me estoy reciclando. Ahora escribo en una página web, “Galicia Única”.

—–  ¿Y antes que hacía?

—–  Escribía para la tele…

—–  ¡Eso debía de ser peor! Fíjese. A mí me gusta mucho el fútbol y seguía a ese chico catalán, Josep Pedrerol, en Intereconomía TV. Porque duermo poco, sabes. Hasta que la semana pasada no solo lo echaron sino que no le dejaron ni recoger sus cosas…

—–  ¡Unos desalmados nada elegantes!

—–  Pero verás… Es que a él lo echaron porque era autónomo y responsable de todo el equipo. Les debían seis meses de trabajo, ¿Qué te parece?

—–  Muy mal, pero peor me parece que no echen a todos los trabajadores a la calle; porque si no los echan no pueden siquiera irse al paro y hace más de seis meses que no cobran…

—-  Usted seguro que lo sabe… ¿Quién es el responsable de todo esto?

—-  Pues en primer lugar el empresario que quiso hacer negocio con Inter Economía; y en segundo lugar el gobierno del Estado que le concedió una “TDT” a un insolvente, incumpliendo toda la normativa vigente de Televisión.  Ahora, al parecer, está esperando que llegue un “facha” y se la compre, porque Intereconomía es el canal de los fachosos…

—-  Ya… ¡Pobres!

Dejo a aquel hombre en la Alameda y me voy paseando hasta la Plaza del Obradoiro que, pese al sol, está desierta. Cuatro peregrinos admiran la fachada de la Catedral, sentados en el medio y medio. Los saluda el alcalde de Santiago, Ángel Currás.

—– ¿Qué, que tal el Camino?

—– Pues mal, muy mal…

—– ¿Y eso? ¿Les pasó algo?

—– No paramos de barrenar. Los cuatro estamos en el paro, hicimos el Camino para ver si nos ayudaba el Apóstol y ni con esas.

Aquellos chicos me dejaron tan helado que me fui hasta el San Clemente para tomarme un café y seguir leyendo el periódico…

Ya me voy directamente a los deportes, para ver si hay algo que me haga gracia, por ejemplo que haya perdido el Madrid, o el Barsa, o el Atleti… ¡Porque estos… mira tú que gastan cuartos!

—– ¡Toooma! Dice el periódico…

       “La empresa brasileña “Pluriconsultoria” ha analizado el valor de las 32 selecciones clasificadas para el Mundial de Brasil 2014 y los 20 jugadores más valiosos de estas selecciones. De este estudio se desprende que Brasil es la selección con el valor de mercado más alto, 508,7 millones de euros, considerando los 23 posibles jugadores que convocará Scolari para el torneo. Le sigue España con un valor de 504 millones de euros y después Argentina: 475,2 millones de euros.

En el Mundial de Brasil habrá casi 6.000 millones de euros en jugadores sobre el campo. El valor de los 736 jugadores correspondientes a las 32 selecciones que acudirán al campeonato suma un total de 5.824, 8 millones de euros”.

Tiro el periódico a la papelera, me subo al coche y me vengo a Carreira a pasar el resto del día.  Reflexiono, contemplo a las ovejas de Manuel que son los animales más felices del entorno y también los únicos que alcanzo desde mi ventana. De vez en cuando balan a su dueño  pero  siempre lo hacen con gusto. A saber.

Claro,  no tienen necesidad de acudir a un albergue para dormir, ni a un Banco de Alimentos, ni ponerse a la cola del paro, ni reciclarse para la revolución tecnológica, ni contar los miserables cuarenta céntimos que le subieron a mi amigo el jubilado…

Decidido. He de borrar de mi mente todas estas historias que acabo de contarte… ¿Serían solo un mal sueño?

 Ahí vienen las Navidades y vuelven a casa Betty, Laura, Alicia, Gloria, Pablo, Paula, Guille…. Ellos son siempre la alegría de mi huerto.  Y el Dr. Frame. Y el amor de mis últimos cincuenta años, que ya nos cunde…

Diré como decía mi madre…

—- Año nuevo, vida nueva…

¡Aunque sea entre ovejas!

XERARDO RODRÍGUEZ