«Vivía muy intensamente y escrutaba de la mañana a la noche todo lo que estuviese relacionado con la actividad diaria del Celta; difícilmente se le escapaba detalle. Era tal su intensidad y dedicación, que los de la tintorería a la que enviaba su ropa, ya no le llevaban a su casa las camisas o los pantalones planchados; se los llevaban al sencillo despacho, lleno de miles de fotocopias, planings y detalles de bien organizado, que en Balaídos tenía...»
"¿Cuantos caminos una persona
debe caminar, antes de que lo
llames un hombre...?"
En el pasado septiembre de
tiempo revuelto, con el
otoño llamando a la puerta,
hemos dicho hasta siempre,
a un buen amigo. A uno de
los no muchos que honran
lo de "profundamente amigo de sus
amigos", que hacen de la amistad un
compromiso de fidelidad a ultranza.
Tocó en el inicio de la tercera semana de
septiembre decir hasta siempre a Fernando
González González, todo un personaje
del Vigo de fines del siglo XX e
inicio del XXI.
Conocido popularmente por "el Chato",
Fernando lo fue casi todo en el Vigo de
su tiempo, bien a pesar de que ha
muerto joven, 67 años, víctima de cruel
enfermedad.
Fernando González fue el protagonista
de una infinidad de situaciones, derivadas
de las innumerables ocupaciones
que tuvo a lo largo de décadas. En sus
protagonismos, a veces erró, pero muchísimas
más veces acertó, su trabajo resultó
eficaz, brillante, admirable no
pocas veces. Solo los que tuvimos la satisfacción
de acabar siendo sus amigos,
sabemos que detrás de aquella apariencia
tosca, o no demasiado convencional,
estaba un tipo brillante en lo que tenía
a su cargo, capaz, tenaz, convencido de
lo que hacía y, preparado, muchísimo
más preparado de lo que no pocos estúpidos
le presuponían.
Fernando González González era un admirable
devorador de la actualidad, que
subrayaba, analizaba, interpretaba y asimilaba
diariamente, hasta el extremo
de ser uno de los gallegos mejor documentados
que he conocido. Así lo fue
casi hasta el final de sus días. Para Fernando,
los días tenían 24 horas y el las
exprimía el máximo, fuese cual fuese en
cada época su ocupación principal.
"¿Cuantos mares una paloma
blanca debe sobrevolar,
antes de que duerma
en la arena...?"
Me niego a pormenorizar aquí todo lo
mucho que fue Fernando González, mi
amigo "el profesor González"...
-como yo le decía cuando con sus acertados
análisis me acompañaba en la
Radio no pocas veces-. El me lo reprocharía,
me diría que eso no tiene importancia.
Y en parte tendría razón : porque
para el no era importante ser esto o
aquello, sino desempeñar a conciencia
y bien como esto o aquello; que es muy
diferente. Allá donde Fernando se embarcó,
puso siempre sus cinco sentidos,
su volcarse hasta lo indecible... para el
no había imposibles, sino el vamos a
ello, vamos a intentarlo...
Jugador de fútbol, entrenador de fútbol,
profesor de la escuela de entrenadores,
directivo, presidente, delegado federativo,
dirigente en todos los escalones del
fútbol... lo fue todo en el mundo del balompié.
Técnico, delineante, gestor administrativo,
sindicalista de pro... las relaciones
empresa-trabajadores las dominó, como
muy pocos de su tiempo en el sector
naval supieron hacerlo.
Impulsor de movimientos vecinales y
asociativos, derivó en político activo :
sería concejal en el ayuntamiento de
Vigo, elegido en las filas del Partido Socialista.
Y valor muy importante en la
estructura local de ese partido en el
tiempo de Carlos Príncipe.
Inolvidable su etapa en el Real Club
Celta. En teoría era el "Jefe de Seguridad";
en la práctica era todo, una especie
de sub-gerente, un todo-terreno eficacisimo,
al que no le bastaba con montar
un operativo de seguridad y de organización
de partidos de fútbol que fue elogiado
y envidiado en toda España, sino
que vivía y escrutaba de la mañana a la
noche todo lo que estuviese relacionado
con la actividad diaria del Celta; difícilmente
se le escapaba detalle. Era tal su
intensidad y dedicación, que los de la
tintorería a la que enviaba su ropa, ya
no le llevaban a su casa las camisas o los
pantalones planchados, se los llevaban
al sencillo despacho, lleno de miles de
fotocopias, planings y detalles de bien
organizado, que en Balaídos tenía.
"¿Cuanto tiempo tienen que volar
las balas de cañón, antes de que
sean prohibidas para siempre...?"
Fernando González fue un baluarte en
el Real Club Celta durante no pocos
años. En los brillantes tiempos de Horacio
Gómez, en los del verdadero EuroCelta,
detrás, entre un gran equipo de
colaboradores, estaba aquel hombre
comprometido, fiel, capaz, esforzado al
límite, llamado Fernando González.
¿Donde estaba la clave del éxito en el
desempeño de Fernando?. En que era
un formidable autodidacta, que robaba
horas al sueño para documentarse, para
instruirse, para buscar o comprar un
libro que hiciese falta, para contratar un
servicio de apoyo que mejorase lo que
el Celta pretendía... Por eso, cuando los
interlocutores de la Liga o de la UEFA
venían, cuando un mando policial se le
acercaba en una reunión, se sorprendían
viendo salir de la carpeta que portaba
Fernando, copias de circulares, o
disposiciones, que ellos iban aquel día a
mostrarle en una reunión de trabajo.
---En casi todo, llegaba cinco minutos
antes, sorprendía muchas veces a su interlocutor...
A la salida del funeral de este martes de
septiembre, eso decía un amigo de años,
que conocía muy bien cómo y de qué
forma supo desempeñar Fernando
González en el Celta.
"¿Cuantos años puede
existir una montaña,
antes de que esté descolorida
por el mar...?"
Ahora que se ha ido, ahora que ya no
está, no tengo yo impedimento alguno
para no desvelar lo que -en vida- le prometí
no desvelar jamás. Un buen día,
uno de los 3 clubes más grandes del Fútbol
español se fijó en lo que Fernando
González venía haciendo en el Celta. Y
tentó a Fernando para irse a hacer en un
estadio y ciudad mucho más grande,
todo lo que hacía cada semana de partido
en Balaídos. Fernando rechazó una
oferta ventajosísima económicamente
mas el alquiler de una suntuosa vivienda...
no dio opción a negociar siquiera.
Lo supe por un amigo mío muy
allegado al club en cuestión. Se lo dije a
Fernando...
---¿Es cierto esto?
---Tan cierto como que lo rechacé de
plano en el mismo momento en que me
lo ofrecían. Y tu dejarás de ser mi amigo,
si cuentas esto a alguien. ¿Sabes por qué?
: porque no hay nada más hermoso en
la Vida que ser amigo de los amigos, ser
fiel a una amistad. Yo soy amigo de Horacio
Gómez. Y un amigo de verdad no
abandona a otro amigo... por eso ni he
querido oír hablar del asunto más allá de
la propuesta rechazada. Pero tampoco
quiero que esto llegue a oídos de Horacio
ni de nadie; porque jamás usaría eso,
para que el Celta me diese otras condiciones...
Ese era Fernando González González,
fiel a la amistad verdadera, fiel hasta la
muerte.
"¿Cuantas veces un hombre
puede voltear la cabeza,
pretendiendo que el no ve...?
La respuesta, mi amigo,
está soplando en el viento;
la respuesta está soplando
en el viento."
Ahora, en este septiembre de 2017, Fernando
González dejó esta tierra, donde
hizo grandes amigos; muchos; pero -indefectiblemente-
por ser amigo y fiel,
comprometido con las causas a las que
sirvió, acumuló unos cuantos enemigos.
No me preocupan estos, ni a Fernando
-tal y como era-. Me preocupan algunos
que pasaron la mano por el hombro de
Fernando mientras pudieron utilizarle
y de el beneficiarse en los tiempos felices,
pero que en los últimos años le
abandonaron, le ignoraron... me preocupan
estos, por sepulcros blanqueados,
por falsos y judas. Allá cada uno con su
conciencia: mejor es que no hayan
puesto los pies en el emotivo funeral de
Sárdoma, donde el organista tuvo el
buen gusto de interpretar "Blowin´in
the wind" a mitad de la misa; y el sacerdote,
en su homilía nos recordó "a los
amigos de verdad lo mucho que en tantas
actividades públicas Fernando dejó
hecho y para bien...".
¿Cuantos oídos debe
tener un hombre,
antes de que pueda escuchar
a la gente llorar?"
Las preguntas que el legendario Bob
Dylan se hacía en su "Blowin´in the
wind" nos las hacíamos algunos de
quienes asistimos al funeral de Fernando.
Carpetazo a una Vida. Intensa,
profunda, generosa -porque en la
amistad Fernando fue extraordinariamente
generoso-, con momentos difíles,
con amarguras, pero también
con grandes satisfacciones. La simbología
del sacerdote bendiciendo las cenizas
de Fernando, en aquella urna
que las contenía, depositada ante el
altar central de San Pedro de Sárdoma,
nos recordaba, sin embargo,
que "La Muerte no es el final". Otra
vez ahí, el organista, oportuno, hacía
sonar las notas de la melodía compuesta
por Cesáreo Gabaráin Azurmendi
(que, cabe recordar, contra la
ignorancia de algunos, no era militar,
sino sacerdote)...
"Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz".
Descanse en paz Fernando González,
amigo de sus amigos, que hizo de la fidelidad
y el compromiso personal un
rumbo indeclinable.
¡Que Dios le acoja en su seno!.
"Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino."
«Fernando González era un admirable devorador de la actualidad, que subrayaba, analizaba, interpretaba y asimilaba diariamente, hasta el extremo de ser uno de los gallegos mejor documentados que he conocido. Así lo fue casi hasta el final de sus días. Para el... los días tenían 24 horas y las exprimía al máximo, fuese cual fuese en cada época su ocupación principal...»