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«No juzguéis y no seréis juzgados..." - En la muerte y triste final del hermano Donaire y a propósito de una nota ("modelo Pilatos") del Obispado de Tui-Vigo.

«No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados;
perdonad y se os perdonará» (Lucas 6,37).
Los apóstoles Santiago y Pablo, tan distintos uno de otro por otro lado, 
recogen el mandamiento de Jesús casi con las mismas palabras. 
Santiago escribe: «¿Quién eres tú para juzgar a tu prójimo?» (Santiago 4,12). 
Y Pablo: «¿Quién eres tú para juzgar a un criado que no es tuyo?» (Romanos 14,4).

En Vigo. El hermano Donaire ha muerto. Su salud que en los últimos años era muy deficiente acabó por hacerle partir a los 82 años, justo en el tiempo en que los Tribunales de Justicia le habían echado mano ("el día 3 de diciembre arrancaba en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, la vista oral -con él hospitalizado- por un presunto delito de estafa agravada, presuntamente perpetrado de 2007 a 2011 sobre una mujer con elevado patrimonio y las facultades mentales mermadas", decía la Prensa).
"Dios proveerá", decía siempre Donaire, siempre abrumado durante muchos años para pagar las deudas contraídas por su organización de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, al mejorar y ampliar la residencia que en Vigo tenían en la zona de Teis. "Dios proveerá", insistía José Antonio Donaire, más conocido como el hermano Donaire, director que fue del centro vigués de la citada organización caritativa. Donaire, en aquellos tiempos, recorría a diario empresas y empresas de Vigo, para pedir su colaboración, sus donativos en dinero o en especies, con los que sostener la obra que en el edificio de Teis realizaban en Vigo, donde cientos y cientos de pobres-enfermos eran atendidos cada año.
Sin entrar a considerar ahora si Donaire en algún momento del final de su vida -perturbadas al parecer sus facultades mentales- llegó a obrar mal (fue expulsado de la hermandad misionera en cuanto un fiscal le imputó), si es muy cierto que en la mayor parte de su vida, su entrega al servicio de los demás necesitados, su compromiso con la idea fundacional de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, era más que evidente. Y quienes de cerca conocimos aquellos tiempos iniciales de la residencia de aquellos Hermanos dedicados única y exclusivamente a aliviar el sufrimiento de los enfermos pobres, podemos dar fe de que aquellos tiempos sí fueron de una heroicidad palpable, de una ejemplar conducta basada en los más puros valores del Evangelio, de un protagonismo admirable y absolutamente limpio del hermano Donaire.
¿Qué pasó muchos años después?, ¿qué sucedió con los presuntos delitos económicos en la otra sede de los Hermanos Misioneros, en Barcelona, con la detención de uno de sus miembros rectores; qué sucedió con la denuncia sobre el proceder del hermano Donaire, en Vigo, en sus últimos años al frente de la sede viguesa del colectivo...?.
Lo que en estos últimos años José Antonio Donaire haya podido hacer o se le atribuya, lo desconocemos totalmente; y ello es así porque, contrariamente a lo que hasta hace 15 años veíamos de cerca, en estos últimos tiempos no seguíamos con proximidad la actualidad del colectivo del que en Vigo fue director quien ahora ha fallecido.
El caso es que ha muerto, finalmente, el hermano Donaire. Dios se lo ha llevado antes de que la Justicia humana sobre el final de sus días definitivamente opinase. 
Dice en una nota el Obispado de Tui-Vigo que  "En el momento de su tránsito, hemos de pedir ahora también para él, desde la más sincera y solidaria piedad cristiana y como reza la liturgia de difuntos, que si en algo su alma quedó manchada a su paso por la tierra…, que Dios le acoja y reciba en su infinita misericordia."
Cabe entender que parecen dar por hecho, estos del Obispado, con semejante redacción modelo Pilatos, una cierta culpabilidad en José Antonio Donaire, el hombre que salió de Jaén con 20 años y dedicó toda su vida al servicio de los demás (al menos hasta tiempos recientes). Sobraba en esta hora final, entendemos, precisamente por "sincera y solidaria piedad cristiana", un párrafo como el transcrito de la nota del Obispado.
Menos mal que en el párrafo anterior, la nota del Obispado dice que "queremos manifestar, en esta circunstancia, en primer lugar la gratitud por todo el bien que Dios quiso realizar, por su mediación, para con los más pobres y necesitados. Fue efectivamente, entre nosotros, - a través de la ahora extinta asociación “Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres”-, un signo muy visible de la caridad cristiana." ¡Menos mal que lo reconoce el Obispado!.
Pero para este viaje, para semejante nota tan cuidadosa como lamentable en su redacción, no hacían falta estas alforjas... No necesita Dios las peticiones que refiere la nota del Obispado para perdonar y juzgar de modo benevolente en el más allá el alma de José Antonio Donaire. Si José Antonio Donaire erró en el final de su vida, es probable que lo haya pagado ya caro con la repentina y dura enfermedad que la aquejó en estos 7 años finales de su vida y que ha derivado ahora en su muerte. En cualquier caso, más de 50 años sin descanso alguno, sirviendo, cuidando y curando a los necesitados, arrodillándose ante ellos, ante sus miserias y enfermedades, bien merecen en esta hora final ser reconocidos abiertamente, sin ambages : reconocidos en la persona, señores del Obispado; la gratitud debe ser clara y directa hacia Donaire por esos 50 años en los que -indudablemente iluminado por Dios- hizo la labor que hizo. Pero la hizo directamente Donaire : debe quedar muy claro. La rebuscada redacción -que respetamos pero no compartimos- por parte del Obispado en su nota, nos lleva a hacer por nuestra parte la precisión, que no es otra cosa que hacer justicia a lo mucho y bueno que Donaire hizo en aquellas décadas en las que fuimos -como muchos vigueses- testigos de su labor.
No juzgamos lo que haya podido -o no- hacer este hombre en su tiempo final. No juzgamos lo que no conocimos.
El Obispado, con su nota sui géneris, sabrá lo que quiere decir y hasta dónde quiere llegar.
Dios, que está muy por encima del Obispado, sabrá de sobra lo que fue y no fue José Antonio Donaire Jiménez. Descanse en paz.
 EUGÉNIO EIROA


José Antonio Donaire Jiménez, en sus tiempos de
director del centro en Vigo de los Hermanos Misioneros
de los Enfermos Pobres

Nota de Prensa del Obispado de Tui-Vigo




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