"Cuando el agua me devolvió a la memoria mis escapadas en tren..."
Mirándome en los espejos del río aquel de mis recuerdos, el agua me devolvió a la memoria mis escapadas en tren, cuando aún era un adolescente.
En tren íbamos los de la pandilla a bailar a la Sala Reque de O Carballiño, porque todos nos habíamos enamorado de La Vikinga, rubia como el oro y trencitas de niña buena, ojos claros de gata mimosa y un cuerpecito gentil de los que pintaban en los cuentos. Amores de antes, amoriños primeiros, de esos que nadie olvida.
El segundo trayecto de mis fines de semana en tren era el que, pola beira do Miño, conducía al Vigo del Celta de mis desamores, porque cada vez que perdía me decía a la salida del estadio…
—- ¡Seré imbécil! ¡Tres horas para venir y otras para volver y ni siquiera empatan!
Pero a la vuelta disfrutaba del paisaje del Miño, cuando el viejo tren iba por la orilla del río camino de la Estación Ourense-Empalme.
Los pueblos de las ribeiras se escondían a su paso, pero el tren aquel se miraba orgulloso en el río y hacía patente el poder de hierro de su locomotora… echando humo y entonando aquel trepidante cha-ca-chá, la gran sinfonía.
Cuando llegaba por fin a la gran estación aún tenía tiempo de tomarme algo en la cantina acompañando a unos pocos que bebían la pócima del desamor de cada domingo noche. Allí, en aquella barra de granito rosaporriño, conocí algunos secretos poco contados del ferrocarril de Galicia.
Por ejemplo. Hace unos días que los amantes compostelanos del ferrocarril conmemoraron la llegada a la estación de Santiago del primer tren procedente de Ourense. Fue en 1958, hace 65 años. Yo tenía 15. En realidad, lo que se inauguraba era que los santiagueses ya podían ir directamente a Madrid en el TAF, el automotor de la Fiat. Ese día se puso en uso el puente del Ulla en Gundián, que acortaba la distancia en 231 kilómetros, pero aún así había que echarle valor para viajar a la capital del reino: ese tren tan “novedoso” tardaba once horas en cubrir el trayecto.
Hoy, en el Alvia, solo consumimos tres porque no nos permite conocer la geografía del ferrocarril, se traga la mayor parte de las viejas estaciones y solo te permite el plano general del paisaje.
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