Cangas do Morrazo) El adiós de un sobrino orgulloso de su tío-abuelo...

Esta semana que se nos va, en la zona de Cangas, despidieron a otro integrante de una generación de la que ya quedan bien pocos representantes. Son, ellos y ellas, procedentes de un tiempo en el que nada fue fácil -sino todo lo contrario- y, bien a pesar de ello, consiguieron abrir caminos de esperanza en los que se desarrolló la generación que nos ocupa y sus descendientes luego. Ellas y ellos, marcaron un tiempo decisivo en O Morrazo, comarca hoy tan distinta a cómo era en el tiempo en que Pepe Costas Sayanes nació. Nuestro querido colaborador Alfredo Costas Villar, familiar al fin y al cabo del finado, trazó unos apuntes sobre quien nos dejó esta semana. Nos acerca a los recuerdos y a las emociones del momento de decir hasta siempre al bueno de Pepe (q. d. e. p.).

Un sobrino orgulloso de su tío-abuelo

Un sobrino orgulloso de su tío-abuelo, así definiría yo el sentimiento que he experimentado en estos días en los que he despedido a mi querido Pepe Costas Sayanes. 
Pepe ha fallecido el miércoles día 13. No me pararé aquí a explicar el por qué ha pasado ni por qué ha sido su muerte. Era una persona mayor y estas cosas pueden pasar, vamos a decirlo así; y ya está. Descansa en paz, querido Pepe. 
Cuando se va alguien así, con su edad tan notable, te paras a pensar -y mucho- en cómo pudo haber sido su infancia, sus primeros tiempos. Y si es familia, pues con más razón.
Para empezar : Pepe había nacido el 3 de abril del año 1931. Desde luego que llovió mucho desde aquella época; y -pensemos- Pepe era un niño pequeño cuando estalló la guerra civil en España. 
Sus primeros años, en ese marco trágico en que estaba instalada la Sociedad española, como podemos imaginar, resultaron harto complicados. Esa generación de Pepe, en muchos casos, vivió lo indecible en cuanto a dificultades y sobresaltos iniciales. 
Sin embargo, al haber podido llegar a los 92 años, fíjense que ha podido tener tiempo para dejarnos muchos recuerdos y muchas cosas bonitas que nos aporta en su larga trayectoria. Entre otras, para mi, en ese su camino, mi relación con el como sobrino. 

En esto que decimos "es ley de Vida" que viene a querer justificar el hecho de que los más mayores se nos vayan yendo, van a día de hoy quedándome pocos tíos-abuelos. Y la verdad es que Pepe ha sido sin duda de los más especiales... por su manera de ser, por su manera de dirigirse a mi, y porque yo siempre me sentí como algo especial para el, en todos estos años de trato afectuoso que tuvimos. 
Conocí a Pepe cuando yo era muy pequeño y comía con frecuencia en la casa de mi abuela Anita (Ana Hernández Álvarez) : el siempre venía en muchos fines de semana a hacer sus visitas rutinarias y desde entonces comencé a tratarle. 
Una persona como Pepe, a quien sin duda echaré en falta desde ahora, es de las que te llenan, te contagian de vida, con sus gestos entrañables y con su manera de ser. Haberle podido incluir entre mis personajes cercanos desde que era un niño de corta edad, aunque ahora su muerte se produzca a mis 23 años, me permite reconocer con tristeza indudable la pérdida de un referente en mi primer tiempo de vida.

No había vez que cruzándonos en la calle, no hiciese un alto en el camino y se detuviese a preguntarme novedades, si andaba bien, si estaba contento con lo que en ese momento hacía... no era lo suyo ser hipócrita o guardar las apariencias. Acabábamos siempre hablando un buen rato, de tal forma que siempre me manifestó su afecto, su sincera preocupación por mi bienestar, alegrándose de que a "Fredo" (como el me decía) le fuesen las cosas bien. En realidad, para mi resulta inolvidable su propia manera de ser tan peculiar y tan auténtica que siempre le ha caracterizado, reconfortante siempre su manera de tratarme, la expresión de su mirada y el alcance de sus palabras, transmitiéndome mucho afecto; el amor que manifestaba con su actitud resulta ahora imborrable y siempre será una de las cosas que más feliz me haga al recordarle. 
Esforzado, resignado, siempre con sus dos muletas,  el superaba las adversidades que le iban suscitando los achaques que le iban visitando con el paso de los años; de modo que, a pesar de todas las dificultades que con el tiempo ya se le iban acumulando, él siempre conseguía sobrellevarlas lo mejor posible.

Recuerdo cuando en la despedida de mi abuelo Antonio, el estaba en el tanatorio y se emocionó cuando leí aquel sentido texto que a todos agradó, pero diría que a el, precisamente a el, fue al que más. Fue un  momento duro de mi vida, que me ha quedado grabado, ya que Pepe, presa de la emoción, casi se nos viene abajo en aquellos instantes, demostrándonos también, así,  el cariño inmenso que tenía por su hermano. 
Mis mejores recuerdos hacia Pepe será resucitar en mi mente aquellos frecuentes momentos de conversación tan amena y afectuosa, en el marco de la alameda de Cangas, cuando nos encontrábamos y intercambiábamos siempre noticias y novedades familiares, siempre enmarcadas en el profundo respeto y gran cariño que tuve hacia su persona.

No me gustaría acabar este artículo-recordatorio sin mencionar a personas que, a mi parecer, merecen ser reconocidas por todo lo que significan para mí, y por lo importantes que han sido para el. Empezando así por Alicia, su mujer, una persona también referente en mi vida, tanto como Pepe; Alicia que siempre ha tenido un cariño inmenso hacia los demás y que transmite en todo momento. 
A sus hijos : 
Juan Carlos, un extraordinario ser humano, humilde, bondadoso y cuidadoso con todos sus detalles, un ejemplo de vida para los demás. 
José Manuel, agradeciéndote cada momento conmigo; cuando me encontraba con Pepe siempre estabas tú; y siempre buenas palabras hacia mí, un hijo orgulloso de su padre y emocionado. 
Alicia, muchísimas gracias por hacerme sentir orgulloso de mi, siempre recordándome lo mucho que me quería tu padre.
Y, finalmente, porque eres una de esas figuras que tengo presentes siempre, porque no me olvido por tu superación diaria, he de citarte : Francisco José Pastoriza Ferradás, un hombre que he tenido la suerte de conocer más de cerca durante todo este tiempo y que se ha convertido en una influencia importantísima en mi persona. 
Gracias a los hijos de Pepe Costas, por haberle cuidado tan bien y hacer tan bonita su existencia especialmente en todos estos años últimos con él, ejemplo de gratitud hacia su padre, ejemplo de trabajo bien hecho y de vida; sin vosotros nada hubiese tenido sentido, gracias.

Y a quien yo decía "mi tío" Pepe (q. e. p. d.) debo decirle en esta hora que lo voy a echar de menos, que para mí ha sido una persona a la que he querido, quiero y querré siempre. 
Me costaría mucho visualizar a un Alfredo que no hubiese aprendido tanto de ti como yo lo hice; me emocioné con cada momento, aprendí también de la lucha que tú tenías. Me enorgullece decirlo : tú siempre serás una de las personas que me ha entusiasmado por su manera de ser. 
Siempre tendrás un hueco de permanente recuerdo dentro de mí, un hueco de mi personalidad que tiene mucho contigo. Un algo de tu "Fredo", tu sobrino, orgulloso de ti; parte de mi será tuya. 
Te vas y dejas un vacío enorme dentro de mí.
Te quiero mucho, tío Pepe.

ALFREDO COSTAS VILLAR
(Cangas do Morrazo)