Fue el otro día. Una amable señorita me llamó por teléfono a las 13:05 horas.
-Buenas, ¿es usted don fulano...?
-El mismo, sí, dígame...
-Le llamo del operativo de vacunación del Sergas; es para citarle hoy mismo, a las dos y seis minutos de la tarde en el IFEVI, en Vigo, para recibir la segunda dosis. Usted es de los de Astra Zéneca.
-Si señora, tengo encima una dosis de AstraZéneca puesta el 20 de mayo pasado y estaba a la espera de que ustedes me llamasen para la segunda, cosa que agradezco; pero... es la una y cinco, tengo que ducharme y asearme, no esperaba que me citasen a la una y cinco para estar en el mismo día, a las 2, en el IFEVI... es imposible llegar a tiempo. Si al menos me citasen para por la tarde, otra cosa sería...
-Bueno, por la tarde tiene que ser de 15:30 a 19:30... Dígame qué hora le viene bien...
-Bueno, eso ya es otra cosa, si puede ser para las 18:30 en adelante, de 18:20 a 19 sería estupendo...
-Le pongo ya a usted aquí para las 19 esta tarde... en el IFEVI
-Vale, me presentaré sin más allí a esa hora...
-Sí, con el carnet de identidad se acredita y ya en el ordenador figurará lo que yo ahora le pongo, para las 7 de la tarde...
-Muchas gracias, muy amable
Así le dije. Colgué, me fui directo a la ducha, para además afeitarme y...
A la salida de la ducha observo que el teléfono tiene un mensaje; lo abro y es de las 13:15, o sea, me llegó un sms mientras yo estaba en la ducha. Es del Sergas, vacunación para don fulano de tal... pero ¡PONE PARA LAS 14:06...!
O sea, tras el diálogo con la amable telefonista quedamos que para las 19:00... pero unos minutos después el mismo Sergas me dice que es para las 14:06...
Total, que no sé que hacer... se me quitan las ganas de comer, me dan ganas de llamar al teléfono de incidencias de vacunación y desahogarme; al final opto por no hacerlo... espero un poco, como un par de barritas de pescado rebozadas... dejo las otras, se me han quitado las ganas de comer ante tanto desbarajuste. Al menos, cuando fue de la primera dosis, fueron serios... me llamaron un martes para vacunarme un jueves... esta vez, todo el mismo día y en el plazo de una hora : ¡manda carallo, Comesaña!.
Tras dudas sobre qué hacer, temiendo que si voy a las 19:00, me digan que allí no figura nada a mi nombre para esa hora y me quede sin vacunar... opto por tomar el coche y subir hasta el IFEVI. Allí voy. Es un poco antes de las 15 horas. Aparco, subo a pie al recinto, veo todas las puertas cerradas y una larga cola de gente, muchos apoyados en las cristaleras, otros, los más jóvenes sentados o tumbados en los suelos... Se me ocurre pensar que aquellos no son para vacunar; como es gente así de 30 y tantos, 40 y tantos años aproximadamente, salvo alguno mayor como yo despistado por alguna esquina, de modo que me digo : debe de haber unas oposiciones convocadas aquí y están esperando en esa otra zona de acceso a que les abran la puerta. La vacunación no puede ser... ¿no decían que vacunaban de 9 de la mañana a 9 de la noche?. ¿No había dicho el tal Comesaña que tenían unos operativos que ni la Task-Force portuguesa?...
Voy hacia la puerta por donde entré la vez anterior (20 de mayo) y compruebo que aquel lugar está cerrado a cal y canto... Giro la cabeza y veo a varios de aquellos que están tumbados en el suelo o apoyados en las otras zonas acristaladas riéndose de mi... Voy hacia uno cercano y le pregunto...
--¿Por qué te ríes?
--Porque todos los que llegan van hacia esa puerta y se dan con el cierre en las narices. Ninguno creíamos que a las 3 de la tarde o antes, eso estuviese cerrado. Por eso estamos aquí, cocidos de calor, tirados en el suelo o apoyados en estos ventanales, pero ya ve que la sombra apenas llega para todos...
--¿Y por qué esta cerrado?
--Pues parece ser que la brigada de vacunación se ha ido a comer y ha cerrado el local. Suponemos eso, porque letrero de horarios o indicador de algo no hay ninguno como puede usted ver...
Compruebo que buena parte de aquellos allí presentes son gente que quiere aprovechar las horas libres del almuerzo para que les pongan la vacuna, porque han escapado de sus trabajos en el tiempo de asueto y no quieren perjudicarse dejando de ir a trabajar en horas productivas laborales... Con el muy fuerte calor, muchos ya están resignados y no se oye apenas que se quejen...
--Lo importante es vacunarse...
Eso dice uno, pero la joven que le acompaña enseguida matiza...
--Claro que lo importante es vacunarse, pero también tratar a la gente con diligencia y cierta delicadeza en lo posible... Aquí hay algunos mayores y esa gente, de pie, esperando una hora con este calor, se revienta... no hay donde sentarse, no hay una máquina de agua, no hay nada más que una puerta cerrada... podían vacunar ininterrumpidamente y facilitar así a la gente que hemos salido del trabajo y nos sacrificamos sin comer, y no tener que merecer ahora esto...
Es cierto, entre el calor -aún a la sombra- y la hora de espera, los pies se van quejando... y el aguante disminuye. Dan ganas de tumbarse en el suelo, como hacen los jóvenes... Uno me hace un sitio y me facilita apoyar el hombro en una especie de reborde columna. Allí me amparo...
Cerca de las 15:30, llegan dos seguratas... El personal sanitario debe entrar por otra puerta, supongo. Los seguratas abren la puerta, alzan la voz y dan unas órdenes. La civilizada fila que se forma entre los que esperaban tan largo rato, facilita las cosas...
Vamos pasando, así como hacen con los toros en las fincas cuando los van conduciendo por unas mangas hasta acabar en la bocana que da al camión del transporte. Al final de la primera manga de acceso aparece otro segurata, con chapa, porra y creo ver colgando de su cinturón una esposas. Le digo :
-Mire usted : es que yo a las 13:05 recibí una llamada del Sergas y...
-No me cuente su vida, abrevie, al grano, para qué hora tiene usted la convocatoria...
-Yo tengo dos, una para las 14:06 y otra para las 7... pero déjeme que le explique
-No me explique nada, que no estoy para eso. La de las 14:06 ya la perdió usted; esas vacunas ya marcharon, a la hora de comer... así es es que esa vacuna suya ya no está para la tarde; despídase de ella...
(Para ser un segurata, ¡carajo!, parece la Directora de Salud Pública; sabe más que Lepe...)
-Ya pero es que cuando le dije a la señorita del teléfono que yo no podía llegar con la lengua fuera en una hora desde donde estaba hasta el IFEVI, la telefonista dijo que me anotaba para las 7 de la tarde de hoy también...
-Muy bien, pues sáquese usted de aquí, no siga por esta fila y métase aquí, en este otro apartado donde pone vacunación de 17:30 a 19:30... Y ármese de paciencia hasta que llegue su hora, las 19 como dice... Y a ver si le vacunan, porque no me extrañaría nada que su vacuna haya ido devuelta a la hora de comer al no haber estado usted aquí a las 14 horas... Igual le mandan a usted venir para otro día. Pero póngase ya en la otra cola, la de su hora, que son las siete...
Abandoné la "manga" con cuerdas separatorias a un lado y otro que decía "vacunación de 15:30 a 17:30" y obligado por el segurata, me metí en la que me ordenaba el señor : la de "de 17:30 a 19:30"...
Mientras que por la "manga" de "vacunación de 15:30 a 17:30" avanzaban docenas, cientos de personas... por la que yo iba, la de "de 17:30 a 19:30, estábamos "estabulados" media docena de indivíduos(as) con cara de descorazonados... Uno me dice :
--Es que yo vine con antelación, tengo para las 18:00, vine a ver si me pinchaban antes...
No hallé ninguno como yo, llamado a las 13:05 como consta en mi teléfono... y que había conseguido que la cita que me querían imponer para las 14:06 fuese puesta para las 19:00; pero luego citado otra vez para las 14:06 por sms enviado a las 13:15 como constaba también en mi teléfono...
O sea no había ninguno(a) zarandeado por el Sergas del modo que a mi me habían zarandeado... Pasé allí, en aquella fila entre cuerdas, con una valla de obras impidiendo el paso delante, un cuarto de hora meditando... Pensé : ¿y si llegan las 7, me toca pasar y cuando llego a los de los ordenadores (previos a la que pone la banderilla), lo que dijo el ordenata se hace presente y no me vacunan?... ¡Ay que lío!.
Siguen pasando los minutos, de estar tanto tiempo de pie, el esqueleto pasa factura... Me digo : voy a mear, a ver si se me aclaran las ideas. Salto aquellas cuerdas, dejo la fila en la que estaba y camino un buen tramo hasta llegar a los wáteres, pero me meto sin querer en el de señoras (que está vacío); enseguida me salgo y voy al de hombres que aún está bastantes metros más atrás... Orino, voy a lavarme las manos y... no hay toallitas de papel para secarte; hay unos secadores de aire que -por supuesto- no acciono; esos aparatos -en un estado de pandemia- en unos lavabos públicos deberían de estar precintados o con unos letreros advirtiendo del riesgo que suponen como ventiladores-difusores del bicho si alguien infectado previamente por allí estuvo... Echo mano del bolsillo, felizmente llevó unos pañuelos de papel, me seco y vuelvo poco a poco a la fila de los "apestados" de las 17:30 a 19:30... Veo allá, en un espacio de la zona delante de las "mangas" o filas de gente en espera, a una señora con un chaleco azulado que la acredita como del operativo del Sergas... Voy a ella...
--Mire es que recibí una llamada a las 13:05 y tal y cual... luego un sms que decía...
--Mire, yo no estoy para que me cuente historias... espérese a la hora que tenga y cuando le toque, le tocará...
Y así me despachó. Con ciertas cajas destempladas. Volví a la fila de espera, de tan larga espera...Iba a estar horas allí y con el riesgo, tal y como anda de desorganizado el asunto, de que llegadas las 7, a mi me dijesen que yo allí no contaba para nada... y que vuelva usted mañana...
Cinco minutos después, aparece por las inmediaciones de la zona, otra mujer, esta más veterana de aspecto, también con chaleco azulillo identificativo, similar a la que me despacho diciendo ¡viva Cartagena!. Me acerco a ella temeroso ya; procuro abordarla con especial esmero...
--Perdómene usted ya de antemano porque yo sé lo estresante que es para ustedes el trabajo en el que usted desempeña... mucho más complicada tarea que las de las señoras que ponen luego la banderilla...
--Dígame usted; a ver en qué puedo ayudarle. Aquí lo importante es que al final, todos ustedes se vacunen y que consigamos entre todos que los reticentes también se vacunen. Dígame qué le pasa...
Vi el cielo abierto. Y aunque aquella mujer simultaneaba dirigir la fila de los que accedían en hora (como un guardia de tráfico : usted a la mesa 3, usted a la mesa 5...), con el escuchar mi relato (los antecedentes ya explicados anteriormente, con los que yo me había presentado allí ...), no hay duda que yo estaba ante un ser humano cercano, amable, diligente, eficaz... De manera que una vez explicado lo que me pasaba, me dijo...
--Usted no está bien en esa fila de las 5:30 a 7:30 de la tarde. Usted en realidad es una persona convocada para las 14:06 que no ha podido llegar a esa hora porque a usted le han convocado con un sms de las 13:15, lo que salvo que viviese usted a dos pasos del IFEVI supone que es imposible que pudiese llegar a las 14:06... Por lo tanto : usted se va a poner aquí, en esta otra zona donde están esas personas que usted ve y que están en situación similar a la suya; gente que estaba trabajando cuando de repente la llamaron y que le resultó imposible salir de su empresa ya mismo, haciéndolo lo antes posible pero solamente cuando han podido... Póngase ahí, con ellos, y cuando en esta otra fila central haya gente que tenga cita para una hora aún por llegar, yo misma voy haciendo pasar, intercalándolos de uno en uno, a las gentes como usted, que -digamos- están para ser repescados...
Le di las gracias. Me maravillé que en medio de los precedentes antes soportados (seguratas sábelotodo que luego no saben nada, la otra chaleco azul de ordeno y mando) hubiese una persona con los pies en el suelo, tan razonable y justa.
Efectivamente, aquella buena mujer iba controlando la fila central...
---¿Para que hora usted tiene?
---Para las seis...
---Bueno, aún falta bastante para las seis, espere un poquito ahí donde está, le van a vacunar antes de esa hora, sin duda, pero vamos a pasar antes a una de estas personas de esta otra fila, que tienen un horario anterior al suyo...
Y entonces, metía en escena a uno de los repescados... Y así llegó mi momento.
--Pase ahora usted, vaya a la mesa 3...
Al final de una nueva fila interior, la que desembocaba en la mesa 3... me di de bruces con una joven, muy amable...
-Mire, yo no he podido imprimir el QR, no me ha dado tiempo y mi teléfono no es precisamente un último modelo... así es que aquí tiene mi DNI y mi tarjeta del Sergas...
-No se preocupe usted caballero... yo le imprimo esto. Veo que tenía cita para las dos y seis... y claro ya son...
-Es que mire usted, si le cuento lo que paso...
-No me cuente nada. Vamos a resolver que es lo importante. Usted tranquilo. Es de la segunda dosis de los de Zéneca... vaya para aquellas sillas azules delante de aquella mesa con ordenador; le atenderá aquella enfermera que está ahora con aquel señor y el ordenador delante...
Allá me voy, me siento, espero un poco... pasa otro a ver a la enfermera y su ordenador. Cuando terminan, la enfermera me hace un gesto y me dice venga usted ahora... Allá voy. Es agradable; sin pasarse, pero agradable. Y amable. Le doy el papel que me había dado la de la mesa 3... Casi rezo para que no tengamos problemas con lo de las 14:06, el sms, la cita de las 7... y tener que contar otra vez la película del día.
--No hace falta nada; vamos a ver : usted figura aquí para las 14:06...
O sea, la del Sergas que por teléfono me dijo que al final quedaba el asunto para las 19:00, o no metió el dato en el ordenador, o no le hicieron caso por quien correspondiese... porque lo único que allí figuraba es que yto tenía que ser vacunado a las 14:6...
O la benevolencia de la enfermera que tenía delante me salvaba el retraso de las 14:06, o iba listo... porque no iba a tener la alternativa de exigir que a las 19:00 me vacunasen... ¡Qué desastre de organización!.
Pero aquella enfermera era amable, eficaz, cercana... una muy buena profesional. me hizo una serie de preguntas, sobre si me había dado reacción la primera dosis, si había tenido fiebre días atrás, si padecía de tal o cual, si esto, si lo otro, si lo de demás allá... Muy bien, sin duda, en su papel, esta mujer.
--Bueno, esto del ordenador ya está listo. Ahora acompáñeme aquí al lado.
Al lado era lo que había tras un biombo, una mesa con utensilios, las banderillas dispuestas ya, una silla para el que iba a ser banderilleado, otra para la enfermera... Fue allí cuando me dijo :
--Entonces qué : ¿ponemos la segunda de Zéneca, mejor?
--Hombre yo creo que sí, que si puede ser -otra cosa es que usted no tuviese hoy vacunas de Zéneca- mejor será poner las dos dosis del mismo fabricante...
--Sí, hombre, sí; no hay problema, yo tengo aquí Zéneca y si usted quiere yo ya se la pongo.
--¿Usted también piensa que es mejor, no?
--¡Hombre, yo pienso que sí!
--Pues adelante con los faroles, banderillee usted a a gusto que yo miro para otro lado.
Mano de ángel lo que aquella mujer. Ni enterarme, si no fuese porque ipso facto, también, me puso la cinta de esparadrapo con la gasa en el lugar del pinchazo.
Pasé a la zona de sillas para esperar los 15 minutos que indican... Al cabo de cinco me di cuenta que la enfermera no me había dado el papel con el QR en donde decía que yo iba a ser vacunado aquel día, a aquella hora... Me dije, déjame pedírselo que siempre es un justificante de haber pasado por aquí... Fui otra vez a ver a aquella mujer... no tuvo el más mínimo reparo en rebuscar en una papelera que allí tenía y donde iba tirando esos papeles que -se observa- casi toda la gente no quiere. Una vez más le di mil gracias, me fui a la silla de espera, hice 35 minutos (más vale ir más allá de los 15 por si acaso) y... finalmente salí del recinto, hasta el aparcamiento, para ir a buscar el coche.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, amigo Comesaña. No costaría nada hacer las cosas un poco mejor.... ¿no crees?. Es bueno que el que va a ser banderilleado llegue tranquilo al momento de la vacunación; ni con la lengua fuera convocándole de una hora para otra (lo cual además de ser un absurdo es imposible y denota una ligereza de procedimiento lamentable), ni luego, encima de burro apaleado, encima de esperar al calor y con la puerta cerrada -nadie informó de que a la hora de comer ahora aquello se cierra- quedando luego en manos de seguratas que se pasan de listos (allí, a la entrada ya debería de haber una chaleco azul amable que sepa donde tiene la mano derecha y donde debe de tener la izquierda) etc. etc. etc.
Se pueden y se deben hacer las cosas mejor. Es muy importante alcanzar niveles de vacunación no altos, sino altísimos. En el Sergas dicen que entre la gente de menos edad, 1 de cada 5 no acude a vacunarse... Pues habrá que predicar bien, habrá que hacer campañas activas explicativas -ya vamos tarde- y habrá que tratar mejor a los que sí acudimos gozosos a vacunarnos, esperanzados -esperemos que no engañados- por quienes han hecho apología de las vacunas, diciéndonos que a través de ellas lograremos el paraíso de volver a vivir sin esta peste del coronavirus como amenaza latente.
Así es si así os parece...
EUGÉNIO EIROA