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La soledad no deseada afecta a una de cada cuatro personas del País Vasco


La UPV/EHU afirma que este sentimiento es mayor en las personas de edad avanzada y en adultos jóvenes, y en las clases sociales más desfavorecidas

El grupo de investigación OPIK de la UPV/EHU ha explorado en un artículo publicado en la revista GACETA SANITARIA la prevalencia de soledad no deseada a lo largo del ciclo vital, identificando desigualdades sociales, así como un importante efecto en la salud general y en la salud mental, especialmente en la población adulta joven. Los resultados subrayan la importancia de diseñar intervenciones para reducir la soledad no deseada también en grupos de edad jóvenes y desde una perspectiva de equidad.

La soledad no deseada, definida como el sentimiento causado por la discrepancia entre las características reales de nuestra red social y las deseadas, se ha convertido en nuestro contexto en un tema de creciente preocupación, tanto en el ámbito mediático como desde un punto de vista social y de salud pública. Su magnitud, evolución y efectos en la salud han llevado a considerar este fenómeno como un importante problema de salud pública. En los últimos años, una creciente literatura científica ha mostrado el impacto que la soledad no deseada tiene sobre la salud. Diversos estudios de ámbito internacional han evidenciado que la soledad se asocia a un peor estado de salud general, una mayor mortalidad por todas las causas, mayor riesgo de hipertensión y de enfermedades coronarias, problemas de salud mental, así como una mayor probabilidad de tener conductas perjudiciales para la salud.

El Grupo de investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico OPIK del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la UPV/EHU ha determinado que el sentimiento de soledad no deseada afecta al 29,7% de las mujeres y al 23,3% de los hombres de la CAPV, tras analizar los datos de 5.700 participantes en la Encuesta de Salud del País Vasco de 2018. Uno de los autores del trabajo, el doctor Unai Martín, estima que “la soledad es un problema de salud pública y no sólo afecta a las personas mayores. De hecho, aunque la prevalencia de soledad es más alta a partir de los 80 años, afecta de manera acusada a la salud de las personas de entre 25 y 44 años”.

En el estudio percibieron que “el riesgo de sentirse solo o sola fue desigual por sexo y según la posición socioeconómica —afirma—. La prevalencia de soledad no deseada fue mayor en las mujeres (un 30% de veces superior a la de los hombres), y fue significativamente mayor entre las personas de clase social manual que entre las de clase social no manual”. Al analizar la asociación entre la soledad no deseada y la salud se observó una mayor prevalencia de mala salud percibida (dos veces mayor) y de mala salud mental (cuatro veces mayor) entre las personas que se sienten solas. Asimismo, el autor afirma que “las desigualdades sociales en la soledad, así como la asociación entre la soledad y la mala salud, fueron mayores entre las personas adultas jóvenes. El impacto en la salud podría ser mayor en las personas jóvenes que en las personas mayores”.

Necesidad de intervenciones para reducir la soledad

Según afirma Unai Martín, los resultados del estudio tienen importantes implicaciones para la intervención en la reducción y la prevención de la soledad no deseada, destacando la importancia del ciclo vital y las desigualdades sociales. “La soledad es un problema de salud pública y no sólo para personas mayores; es una cuestión que afecta a todas las personas y a todos los grupos, pero es especialmente más prevalente en las clases más bajas. Por tanto, merece la pena que focalicemos este problema y empecemos a pensar por qué hay esos niveles tan altos de soledad no deseada, de sentimiento de soledad en esas personas; asimismo, es importante poner el foco en su impacto en la salud, y en el impacto que tienen las desigualdades o la posición económica en la prevalencia de sentirse solo”, destaca el doctor Martín.

Todos los datos del estudio son previos a la pandemia provocada por la COVID-19, y, en dicho contexto, el investigador de la UPV/EHU hace un llamamiento a poner en la agenda cuestiones relacionadas a paliar la soledad de las personas: “Si había ese sentimiento de soledad antes de todo esto que estamos viviendo y si estamos mostrando la importancia que tiene la soledad para la salud general y para la salud mental, imagínate cuál será la situación en una crisis como esta, en la cual se ha considerado muy poco el impacto que la gestión de la epidemia está teniendo en la salud de las personas más allá de los propios contagios. Esta especie de aislamiento social que estamos sufriendo, puede estar teniendo también un gran impacto en la salud”, concluye.

Referencia bibliográfica
Unai Martín Roncero, Yolanda González-Rábago
Soledad no deseada, salud y desigualdades sociales a lo largo del ciclo vital
Gaceta Sanitaria
DOI: 10.1016/j.gaceta.2020.07.010





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