Mitad de septiembre. Sigue el goteo de infectados por la Covid. Sigue la peste encima, amenazante, condicionando vidas y obras, condicionándolo todo. Todos los días lo mismo, cifras, casos, muertes -no nos olvidemos-, internados, mediopensionistas... Todos los días lo mismo, la Covid. El año, cada vez está más claro, se va a ir al carajo, entre brotes y segunda ola, entre más de lo mismo y permanente monserga.
¿Por qué hicimos todo tan mal?. ¿Por qué no se obligó a la mascarilla y a la distancia ya desde un principio de este tiempo maldito?. ¿Por qué no se prohibieron las concentraciones de más de seis personas sin necesidad de -para disponerlo así- tener que contabilizar más o menos contagios...?. ¿Por qué directa o indirectamente se indujo al relajo, en vez de machacar mañana-tarde-noche en las teles, en las radios, con catequesis constantes sobre la conciencia individual que debíamos adquirir, sobre los cuidados y cauciones que en todo momento debíamos de tener?...
Es curioso : vivimos los tiempos en que hay más y mejores, medios de comunicación, redes sociales, elementos de divulgación al instante... Y con eso en la mano, con lo fácil que era, se hizo una escasa utilización de esos soportes para concienciar desde el primer minuto a la población...
Si desde el primer minuto todo el mundo, todos, hubiese usado en todas partes mascarilla y guardasen 2 metros de distancia con el próximo... seguro que no se habrían producido ni la mitad de los infectados habidos y que sigue habiendo... Pero no fue ese el camino elegido, sino el del titubeo, el de hoy esto vale, mañana no vale, demasiado chau-chau y poca eficacia. Luego todo lo solucionan (?) con los cribados masivos que tanto les gustan a los políticos para hacerse la foto... cuando había que haber empezado, hace ya muchos meses, por lo más elemental : mascarilla siempre, distancia siempre, concentraciones prohibidas... No lo dudemos : aquellos polvos, además de las cafradas de algunos, acabaron también por traer los actuales lodos...
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