Punto y final. Francisco Amoedo, Paco Amoedo, se ha ido. Se acabó su trayectoria en este mundo. 81 años. Era una excelente persona. Era, en Galicia, también en España, santo y seña del Boxeo.
Como no pudo llegar lejos como boxeador aficionado, colgó los guantes muy joven aún para dedicarse a entrenar. Y no paró, desde hace tantas décadas hasta casi el final. Me niego a andar ahora con la cuenta de cuántos campeones de España, cuántos campeones de Europa, cuántos del Mundo Hispano, cuántos de aquella otra Confederación.... me niego ahora mismo a contar y citar nombres y nombres de una lista impresionante que llegaron a campeones gracias a Amoedo, a ir un día al Polideportivo Saudade y ya no salir de allí hasta acabar siendo campeón de...Porque Amoedo era eso, una máquina de forjar campeones, deportistas de alto nivel, pero -al mismo tiempo- desde sus enseñanzas, desde sus consejos, desde su condición de un segundo padre para todos sus pupilos... era una máquina de enderezar sendas torcidas y quien llegaba al Saudade tras haber andado por caminos torcidos, acababa -incluso antes de ser campeón- enveredando en la Vida por la senda adecuada...
Ese era Amoedo : un forjador de campeones y de hombres, antes que nada, hombres como es debido. Porque Paco fue consciente en todo momento de la necesidad de ayudar, de formar, de corregir, de estimular, de hacer ver que el Deporte podía ser un camino para ser mejores, para ser capaces de demostrarse a si mismos que los valores que aquella disciplina deportiva encerraba podía ser útiles como escuela de enseñanzas para la Vida.
Los que de su mano llegaron lejos en el Boxeo y acabaron, de mayor o menor categoría siendo campeones, le deben a Amoedo el haberles llevado hasta la Gloria deportiva. Los que de su mano no consiguieron ser campeones sobre un ring, cuando menos se garantizaron unos principios, unos modos de ser y estar en la Vida, que quienes pasaron por el legendario Polideportivo Saudade saben bien lo útiles que les han sido.
Se fue Francisco Amoedo. 81 años. Aún tenía cuerda tal vez para un rato más. Pero la Vida tiene esto. Principio y final. Y para el que escribe es duro ahora, tejer este modesto obituário.
Desde su modestia, desde su sencillez, desde su gratitud permanente, seguro que Amoedo me diría...
---¿Tu crees que merece la pena, amigo Eiroa?. Con dos líneas que pongas diciendo que he muerto, para que la gente lo sepa, ya llega...
Ese era Amoedo. Simple, sencillo, modesto, humilde... y ¡grande, muy grande!. Muy grande precisamente porque del modo descrito era quien nunca hizo nada buscando el aplauso, el premio, la distinción. Las tuvo y muchas, muchísimas. Y de sobra merecidas. Pero nunca se pavoneó, nunca sacó pecho, nunca hizo porque otros viesen lo que hacía... lo que hacía, siempre lo hacía, por autentico amor al Boxeo, al Deporte.
Sabía de Boxeo un rato largo, larguísimo; lo que no está en los escritos. Era cercano, agradecido a poco que le ayudases con cuatro crónicas sobre sus muchachos, sus idas y venidas a los campeonatos de España de aficionados; o con los profesionales, al Mundial con Iván Pozo, al Europeo con Carlos Miguel y... un larguísimo etcétera en el que -insisto- me niego a entrar.
Con todo, con sus sucesivos pupilos : 66 títulos de Campeón de España, cuatro de Campeón de Europa ,varios títulos del Mundo Hispano y de la Unión Europea. 33 combates con el título Europeo en juego y cuatro veces optando al título de Campeón del Mundo... Al final algo dije, ¡qué caramba!, ¡qué menos!, cuando a todos los que escribíamos o hablábamos de Boxeo, con tanto buen hacer, Francisco Amoedo nos hizo grandes, también a nosotros, los escribas, nos hizo grandes al permitirnos hablar de todo aquello importante que lograba.
Descansa en paz, amigo. Buen amigo. Vigo pierde un grande en el Deporte. Un grande que hizo grande a la ciudad y a Galicia porque fue de principio a fin un auténtico número 1. No es un buen día, este jueves que anuncia para mañana lluvias. Se nos ha ido Amoedo. La Vida es, o será... así, pero no deja de ser una enorme desgracia. No nos acostumbramos a perder uno tras otro a amigos que fuimos haciendo en el recorrido. Hasta que un día a nosotros nos toque y seamos los que hayamos de ir para allá...
Que Dios acoja a Paco Amoedo en su seno y que le recompense por lo mucho y bueno que hizo durante décadas por tantos jóvenes, en su apostolado de la Vida atrás del Boxeo.
EUGÉNIO EIROA
Fotos : Federación Española de Boxeo