Congreso/Senado) Es bestial el clima de odio y enfrentamiento político que se vive... solo faltan las agresiones físicas

Ayer, empleamos -mal empleamos- parte de nuestro tiempo en seguir (video televisión en directo desde allí) lo que sucedía en el Senado. Y esta mañana, a primera hora, lo que  (video televisión en directo desde allí) acontecía en el Congreso español de los Diputados.

Es bestial el clima de odio y enfrentamiento político que se vive allí. La izquierda (fundamentalmente el partido socialista) a degüello con la derecha. Y la derecha (fundamentalmente el partido popular) a degüello con la izquierda.

Se ha llegado a tal estado de cosas que, sinceramente, viendo y escuchando a esta clase política actual, se llega rapidamente a la conclusión de que solamente nos falta por ver la escena de unos diputados a puñetazos contra otros... (como ya ha sucedido en algún parlamento de repúblicas más o menos bananeras y se ha visto por televisión).

Hace ya mucho tiempo que los insultos entre unos y otros, más que de vez en cuando, son moneda corriente. De pataleos no hablemos, eso es parte indispensable del repertorio habitual. Amenazas, insultos, forman parte del permanente decorado.

Tal es el grado (tamaño y cuantía) de acusaciones, con y sin fundamento, de unos a otros... que si no te paras a pensar un poco y reflexionas, acabas cayendo en el riesgo de imaginar que todos y cada uno de los que allí están, son corruptos en mayor o menor grado. Las acusaciones son constantes, de todo tipo y condición. Y la sensación de que todo está podrido flota en el ambiente. 

¡No hay derecho!. España, los españoles, no se merecen esto. 

Como no hay derecho, tampoco, a tener que constatar que -con el paso de los días- cada vez pueden ser más los que en el tiempo de pandemia se pusieron la chaqueta de "intermediario" entre la administración que fuere y los chinos, llevándose comisiones de padre y señor mío... 

Esto de enriquecerse súbitamente, dedicándose a comprar materiales en China para luego vendérselos a la administración con la que se entraba en "contacto", lleva inevitablemente a hacerse la pregunta por el ciudadano ingénuo : ¿cómo es posible que a la propia Administración pública que fuere no se les ocurrió en momento alguno comprar ella, directamente, a China, sin tener que utilizar para aprovisionarse al intermediario que acababa lucrándose escandalosamente...?. ¿Tan inútiles eran los que en la Administración estaban, como para tener que recurrir siempre al "externo" intermediador...?.