HAY QUE MATAR AL MENSAJERO
Son los nuevos profetas. Vaticinan el caos desde lujosas oficinas de Manhattan sin que nadie ponga en duda su profecía. Basta con que te pongan mala nota para que todos te den la típica hostia que te arruina.
Son los mensajeros del riesgo, pero solo cuando el riesgo es una catástrofe. Porque, ya ves, aparecen ahora en la escena pública cuando antes ni siquiera sus hijos sabían dónde trabajaban
—- ¿Y tu padre donde trabaja?
—- En una oficina de calificación de riesgos…
—- ¿Y eso que es?
—- No tengo ni idea…
Pues al parecer son estos profetas de la economía los que más joden la situación, aunque yo tengo otro concepto…
—- Lo importante es el concepto –que decía Manquiña en “Airbag”.
Mi tío Pepe, al que no se porqué llamaban “Marrón” en la Plaza de Abastos de Ourense, era carnicero y un gran relator de las pequeñas cosas, esas que suceden en el día a día.
Una vez me contó que un tal Pepiño se hacía el tonto, pero no lo era. Se lo hacía solo para cobrar una especie de canon diario a todos los puestos del mercado, si no querían que fuese por los pasillos contando a las señoras clientas a voz en grito…
—- As mazás da señora Carmen están “podres”… Os xureliños do Manolo levan unha semana na nevera… A carne do “Marrón” non e boi que é vaca… As patacas da Milucha non son de Xinzo que son de fora… Os grelos da Vitoria sonche nabizas…
Y las clientas, aunque no estaban muy convencidas de lo que decía aquel “pobre” muchacho, buscaban otros puestos para su compra…
Al parecer, eso sucedió durante un tiempo, hasta que todos, absolutamente todos los “industriales de la plaza”, se pusieron de acuerdo y vetaron la entrada de Pepiño en el recinto.
Bueno, pues llamémosle Pepiño a las agencias como “S&P” y apliquémosle el cuento, a ver qué pasa.
Pónganse de acuerdo los países y fijen desde el FMI otras normas que no permitan a los especuladores jugar siempre en casa y con el árbitro pitándole penaltis a favor para que puedan ganar siempre el partido.
Ustedes, jefes de Estado, presidentes y primeros ministros son realmente buenos cuando tiran a matar al mensajero… Pues echen de las plazas a esas agencias que, según dicen los expertos, no solo están viviendo un desfase también que viven del cuento…
¡Como Pepiño, el que se hacía pasar por tonto!