Libertinaje... y duro invierno, compañeros de viaje

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+ Texto : Xerardo RODRÍGUEZ -
+ Fotos : Galicia Única
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LIBERTINAJE

Hombre… masturbar a un mono, grabar el momento y aún encima subirlo a Youtube no creo que resulte ser precisamente un acto de buen gusto, un gesto edificante, una buena acción, pero tampoco es un crimen como para condenar a la mujer que lo hizo, Nesma A., a tres años de cárcel. La sentenció un tribunal de la ciudad egipcia de Mansura, situada en el delta del Nilo, donde vive la interfecta.

En el video se ve a la mujer estimulando con la mano los órganos genitales del simio, que se encontraba encima de su jaula, mientras un grupo de personas contempla el espectáculo y le ríen la gracia.

—- Los humanos somos así de simpáticos.

La fiscalía acusó a Nesma de ser prostituta y de haber grabado la escena con el objetivo de promocionarse por medio de la difusión del vídeo. Ella reconoció haber masturbado al mono, pero dijo que no tuvo la intención de cometer ningún acto libidinoso u obsceno.

El Tribunal la halló culpable de los delitos de “incitación al libertinaje” y “provocación de comportamientos indecentes en público”. Eso, en un país musulmán y conservador como Egipto parece que está considerado un acto muy grave.

EL DURO INVIERNO

Los inviernos son duros por aquí. Lo sabemos bien los que buscamos la belleza marinera en el estallido de las olas sobre los acantilados y nos emocionan cuando cobran altura y tiñen de blanco los azules atlánticos.

He vuelto a subir al mirador de A Valga para contemplar una vez más ese paisaje en donde busca refugio la intensa luz que llena de estrellas el océano. Esta es una imperfecta costa de espacios abiertos, libres, una sucesión de rocas insertadas entre el mar y la tierra, envueltas en un gran misterio cuando el Atlántico brama al mismo tiempo que escupe blancura de espuma.

Sobre esas rocas del Portocelo de O Rosal apareció varada una ballena común, un mamífero que suele pasar de largo sin detenerse siquiera a contemplar el magnífico monasterio de Oia, muy próximo. El bello animal me arrancó una lágrima luciendo su postrera esbeltez sobre las piedras. Un día antes, frente al Portocelo de Marín, en la ría, había aparecido el cadáver de otra ballena hermana de esta.

No sé por qué extraña circunstancia ambos cetáceos buscaron mis “portocelos” para emprender su último viaje, pero supongo que algo está pasando en el océano para que nuestros mares no se limiten a seguir esos ritos de cada día, cuando nos muestran como los barcos cabalgan sobre su lomo y la sombra estalla hacia el sol para calmar la tarde.

Dice el Dr. Frame…

—- Demasiados sonar y radar en el mar, papá.