Siempre Ourense en el recuerdo...
Es fin de semana...
En mi anciana soledad hablo hasta con el astro rey como hacían los antiguos galaicos, encaramado en el castro próximo del monte bajo. Como sabes, nuestros ancestros levantaron altares para ofrecerle sacrificios, principalmente cordero lechal que era el plato preferido de la tribu.
Para mí, que los oestrimnios fueron los inventores del asado argentino y uruguayo, ese que por aquí llamamos churrasco. Aunque lo de la ofrenda al Dios Sol era más bien un…
—- ¡A su salud!
Porque las viandas se las ofrecían a la deidad, pero se las papaban ellos. Es decir, como en las romerías de ahora: se hacen en honor de la virgen o del santo, pero de la gastronomía disfrutamos nosotros, los gallegos. Lo hacemos a modo y manera de las enchentas de siempre. Eso sí, las compartimos con los turistas.
Los hijos del imperio español han construido esta semana un nuevo puente laboral, el que llaman del del Pilar -una virgen que ejerce de patrona es una buena disculpa- y esta nuestra Tierra Única está aún mas llena que en agosto.
Claro que, para disfrutar de esos puentes tan españoles en estos tiempos de carestía… hay que ser rico.
Cuando éramos jóvenes, en Ourense, me preguntó una vez mi amigo Xaime Quessada:
—- ¿Ti como crés que se chega a rico?
Y le respondí como lo hacía D. Agapito, empresario de A Ponte que pasaba entonces por ser riquísimo.
Una vez le pregunté en “La Voz del Miño”…
—- ¿Usted cómo llegó a millonario?
—- Pues mire, yo compro cosas a dos pesetas y las vendo a cien. Y con ese modesto 2% voy ahorrando lo mío…
Don Agapito era el auténtico rey de los “ultramarinos al por mayor”, que sus herederos convirtieron en grandes supermercados diseminados por la toda la geografía patria. Lo que ignoro es si ellos siguieron utilizando los mismos porcentajes para comprar y vender.
OURENSE EN EL RECUERDO
Recordando a mis amigos tengo uno quintaesenciado inolvidable en Ourense. Es un pintor magnífico cuya obra traspasa fronteras, pero, además, ejerce de maestro del arte y me invita a reflexionar sobre su actualidad. No resisto la tentación de trasladarte una imagen de los tiempos de O’ Volter, la tasca del Tucho, en la que el gran Carlos Vello comparte ribeiro con el entrañable tabernero.