Maldito día gris que me obliga a refugiarme en mis quimeras.
Y eso, en vez de mostrarme los árboles desnudos del parque central, más verde que nunca, pero con la notable ausencia de mis pájaros cantores huidos a las tierras cálidas en busca de nuevas primaveras.Hoy me he reencontrado con la tristeza. El prestigioso Dr. Lamas, mi amigo de viejas guerras, la llamaba el umbral de la depresión.
Como no quiero caer en el pozo me tomo la pastilla de cuando era joven; es decir, reviso los vinilos y pongo en el plato a los Credence Clearwater Revival de mis treinta, para que suene aquel Proud Mary que me conquistaba con su ritmo.
Me levantaba de la silla, en aquel locutorio 4×4 de la Radio Popular de Vigo lleno de humo por culpa de mis Ducados. Y me ponía a bailar.
Manolo Vilas Rial se reía al otro lado, en la pecera de los aparatos… Luego me reía yo de mí mismo y le hablaba a mi gente con diferentes tonos de voz. Eran los efectos de mi pastilla de la felicidad: la compartía con todos.
Para que veas, la música siempre fue mi cómplice. Me ayudaba a comprender mejor la noche, aunque volviese a llover tras los cristales de la emisora y a nevar en los Ancares, a donde ya había llegado el teléfono…
—- ¿Cómo andades Josiño?
—- Metidos na casa que está caendo unha nevarísima tremenda.
Xerardo Rodríguez