¡OH, CRISTINA!
Cuando conocí a Cristina Pato no llegaba a los treinta pero tenía tal desparpajo sobre el escenario que era capaz de hacer bailar a varios miles de espectadores como si fuera la Panorama. Tocaba la gaita como los ángeles pero mi amigo Juan Santabaya, su valedor de entonces, ya me lo advertía…
—- Esta niña es artista pero quiere ser músico.
Y en la despedida, cuando se fue a hacer las Américas, Cristina me aclaró…
—- Me voy a Nueva York para estudiar dirección de orquesta y perfeccionar mis estudios de piano.
Acabó sus estudios y compartió sus conocimientos con los jóvenes universitarios de Estados Unidos, al mismo tiempo que grababa discos y hacía alguna gira de verano. Esta semana vi una foto suya tocando el piano en la gala del centenario de la Walsh School of Foreign Office de Georgetown y me sentí muy orgulloso de mi Ourense y de sus jóvenes.
Ahora que llevo vida de monje leo los artículos de Cristina en “La Voz de Galicia” y me digo que también hubiera sido una gran periodista.