Hoy termino en Oia, donde el paisaje sigue conservando el mayor encanto a pesar de las aberraciones urbanísticas consentidas en aquella época en la que aquí, el señor alcalde y sus ediles colegas, consentían todos los delitos ecológicos que te puedas imaginar…
Oia aviva mi pasión por la Naturaleza. Es territorio hermoso asentado al pié del Atlántico, pero protegido por los montes de A Valga, los más próximos al Tecla guardés y al Monte do Boi de Baiona.
Crecieron las cumbres de A Groba para proporcionarnos una visión cenital del mar, de la villa y del Monasterio que dio origen a este lugar tan fulgurante… que construye pirámides de luz en el mar infinito.
Desde este mirador, el océano es la perfección del paisaje. Detrás de los árboles reviven las tradiciones en el curro de cada verano y en el cielo surge cada fin de semana la aventura de nuevos ícaros para los que volar es vivir. Y en medio del otro verde, en Mougás, el agua salta para demostrarnos que cuando la lluvia cae… también surge de la tierra la belleza ilimitada.