Xerardo RODRÍGUEZ
LA SANGRÍA DEL ESTADOSi estás en paro seguro que te encanta que las instituciones aumenten sus plantillas. Sin embargo, la creación de empleo público es una tirita para que no siga manando sangre de la herida del desempleo; pero es solo una tirita, no cura el mal.
El paro nos llegó con el tercer milenio, cuando las nuevas tecnologías permitieron reducir sus plantillas al sector privado y no hubo una sola empresa que no se aprovechase de las situaciones de crisis y de la pandemia del coronavirus.
No me canso de repetirlo, España es más pobre ahora que los automatismos sustituyen al ser humano hasta en las gasolineras.
Aumentar el número de funcionarios salvo en aquellos sectores en los que realmente se necesitan -como por ejemplo el sanitario- es una ruina. Hay ayuntamientos con cifras realmente escandalosas si nos paramos a analizar. Ya no hablemos de las Diputaciones y de la propia Xunta de Galicia. Si vas a San Caetano verás la cafetería llena toda la mañana y si entras en los entresijos de algunas consellerías encontrarás tanto papamoscas que ya no quedan insectos.
Lo peor es que a los jóvenes les han dicho, como durante el franquismo, “prepara unhas oposicións, vai o seguro”. Y ahí los tienes llenando las academias de toda Galicia para convertirse en aspirante a funcionario y convertirse, cuando sea, en un trabajador fijo.
Lo siento por los buenos funcionarios, que los hay, pero el empleo público lleva camino de convertirse en la sangría del Estado.
Aumentar el número de funcionarios salvo en aquellos sectores en los que realmente se necesitan -como por ejemplo el sanitario- es una ruina. Hay ayuntamientos con cifras realmente escandalosas si nos paramos a analizar. Ya no hablemos de las Diputaciones y de la propia Xunta de Galicia. Si vas a San Caetano verás la cafetería llena toda la mañana y si entras en los entresijos de algunas consellerías encontrarás tanto papamoscas que ya no quedan insectos.
Lo peor es que a los jóvenes les han dicho, como durante el franquismo, “prepara unhas oposicións, vai o seguro”. Y ahí los tienes llenando las academias de toda Galicia para convertirse en aspirante a funcionario y convertirse, cuando sea, en un trabajador fijo.
Lo siento por los buenos funcionarios, que los hay, pero el empleo público lleva camino de convertirse en la sangría del Estado.