El urogallo, el refugio, el instituto y el perro...

Xerardo RODRÍGUEZ
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EL UROGALLO YA NO PRESIDE EL REFUGIO

Hace casi sesenta años que subí por primera vez a la gran montaña y otros tantos que dormí en el Albergue del Club Ancares, construido cuando Fraga era ministro de Turismo y conservado a lo largo del tiempo por el entusiasmo de unos pocos amantes de la sierra madre.

Es un albergue con pretensión de convertirse algún día en museo, porque resulta ya antiguo y el siglo XXI trajo nuevas posibilidades de alojamiento más cómodo a este lugar, desde el que descubres la belleza de los cauces de los pequeños ríos, creadores de los escasos valles nacidos entre las míticas cumbres.

Me contó José Amigo que hasta este refugio llegaron, hace algún tiempo ya, los ladrones; y lo desvalijaron todo. Se llevaron cuanto encontraron, desde una inservible escopeta de cañones recortados que perteneció al primer guarda montés hasta el urogallo disecado que presidía el salón principal porque en su tiempo lo había cazado Fraga Iribarne. Así terminó este macabro trofeo, símbolo de la inexistente política ecológica del dictador Franco y sus ministros.

El famoso urogallo de Fraga es la causa por la que no he vuelto al albergue desde aquella primera vez, en los años setenta, porque no puedo soportar que alguien mate a un bello animal en extinción, lo convierta en trofeo y sus devotos lo exhiban como muestra de una “una gran hazaña”. Devolverlo al monte es algo a lo que yo no me atreví aquel día.

Lo demás, señores ladrones, no tiene sentido: se han ensañado ustedes con un albergue que es fácil de robar porque en él no había nada de valor. Lo debían de suponer antes de entrar y causar daños en un lugar exento de lujos, refugio de los amantes de la naturaleza.

 EL PERRO ENCONTRÓ DROGAS EN EL INSTITUTO

Lo que más gracia me hizo de todo cuanto leí en los últimos diez días fue lo del Instituto de Marbella. Verás. Es costumbre que la Policía Local ofrezca charlas a los alumnos sobre seguridad ciudadana, delincuentes, circulación, drogas… y toda suerte de comportamientos delictivos.

El caso es que esta vez se les ocurrió llevar a las aulas a su perro policía para que ofreciera una exhibición a los jóvenes y… ¿Sabéis que pasó? ¡Que el perro encontró marihuana en las mochilas de tres de los alumnos!

¡A quien se le ocurre llevar María a clase sabiendo que va a ir el chucho de los maderos…!