XERARDO RODRÍGUEZ
Un merliño se sentó en la rama del único árbol del entorno urbano y me está dando, mientras escribo, un concierto de arrechouchíos. No sabe bien lo que se lo agradezco porque mis canciones se hicieron tan viejas como yo; y estas nuevas formas juveniles que cambiaron el rocanrol por las machaconas pachangas nacidas a la sombra de las palmeras de Miami, la verdad, no van conmigo.El canto de mis pájaros es lo único que parece tener sentido en una sociedad de caras tapadas y de discursos vacíos de contenido, que “por un lado ya ves y por el otro que quieres que te diga”.
Los cronistas oficiales del Reino disimulan hoy todo tipo de números, que es lo que más le importa a la gente después de la salud; dicen con gran optimismo que ya hemos salido de la recesión. Los críticos con el sistema, por el contrario, afirman que no hay cemento para tan tremenda obra y que primero habrá que fabricarlo; ponen como pega la escasa preparación de los ingenieros.
El discurso, mi gente, es el mismo que pronunciaba Rajoy con aquellos sinsentidos y la desesperación de algunos comienza a desembocar en su violencia.
Los cronistas hablan solo de los dos grandes partidos, pero al final siempre son los extremos, los más pequeños, los que tienen mas peligro y los que dominan la final.