AL FINAL DE LA VÍA LÁCTEA… SANTIAGO
La fe nos perdona los pecados.
Lo espiritual reconforta al caminante perdido.
Lo natural nos impresiona por su belleza.
Lo deportivo nos cura los pecados del cuerpo.
Lo intelectual nos abre las puertas de la cultura.
Lo lúdico nos divierte.
Y la meta es el final del reto.
Siete rutas xacobeas y siete razones para traspasar la puerta de la gloria en la Compostela universal, que ya está en el segundo año de su quinto Xacobeo de la era moderna; el gran evento del país con el que Galicia rompe sus tópicos enxebres a base de diversidad cultural; la que nos devuelve la palabra de los poetas y los símbolos naturales de la tribu de nuestra memoria.
SANTIAGO, META DE PEREGRINOS
En sus urbanas piedras está escrito el misticismo, la leyenda y la aventura que hicieron posible la magia de la ciudad: La Compostela de romántico señorío. De nobles plazas, con fuentes y cruces de piedra. De monasterios habitados por influyentes monjes. De grandes templos que aún alzan hacia el Cielo sus brazos repiqueteando el perdón…
Por eso siempre admiré aquella visión casi medieval que don Ramón María del Valle Inclán escribió del Santiago peregrino…
«De todas las ciudades españolas, la que parece inmovilizada en un sueño de granito, inmutable y eterno, es Santiago de Compostela. Rosa mística de piedra, flor románica y tosca, como en el tiempo de las peregrinaciones más antiguas, conserva la gracia ingenua del viejo latín rimado. En esta ciudad petrificada huye la idea del tiempo. No parece antigua sino eterna. Compostela, inmovilizada aún en el éxtasis de los peregrinos, junta todas sus piedras en una sola evocación y la cadena de siglos tuvo siempre en sus ecos la misma resonancia. En Compostela las horas son una misma hora, eternamente repetida…” (Valle Inclán)
CIUDAD PÉTREA
Sus rúas de piedra son el espejo de su alma medieval y las paredes de sus nobles edificios, la caja de resonancia que amplifica el eco de las campanadas que miden el tiempo de la universal Compostela.
Hasta la vieja urbe llegan gozosos caminantes, aún en la modernidad de los siglos, para pedirle a Santiago el gran secreto de su historia y el regalo de su arte barroco, gótico y románico. Arte que se plasma también en los edificios de piedra labrada por artistas sabidos y por los que nos son anónimos.
En estas urbanas piedras sucede como en las arterias peregrinas: está escrito el misticismo, la leyenda y la aventura que hicieron posible la magia de la ciudad: La Compostela de los monasterios habitados por influyentes monjes… De grandes templos que aún alzan hacia el Cielo sus brazos repiqueteando el perdón… De las plegarias que resuenan en su Catedral magnífica y se extienden por su inmortalidad.
La Compostela pétrea es patrimonio de la Humanidad y la cuadrícula de sus más antiguas calles se conserva, prácticamente, tal cual fueron concebidas. Pasear por sus rúas es viajar a un tiempo en el que la ciudad vivía exclusivamente intramuros, prácticamente desde el medioevo hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando su carácter urbano se abre a lo que hoy se conoce por el Ensanche, es decir, el Santiago moderno.
La antigua muralla tenía siete puertas, pero solo cinco de ellas fueron punto de entrada de los siete caminos que hasta aquí conducían a los peregrinos. Las puertas son los siete puntos que marcan los límites de la ciudad histórica, la Compostela monumental, la de sus más encantadoras rúas.
Pero quienes nos indican el recorrido que hemos de hacer por la piedra son los propios viajeros que llegan a Santiago, con sus preferencias…
La Rúa del Franco, que parte de la Porta Faxeira y tiene en su haber mil historias contadas ya, es la mas concurrida por el turismo, que busca en ella el sabor de la gastronomía mas popular.
La Rúa del Villar es hermosa por sus soportales y por sus edificios, algunos de ellos cargados de historia.
La Rúa Nova es la mas comercial, la que utiliza el santiagués de siempre como iniciática de su paseo diario.
Cada una de estas tres calles principales, porque son las que buscan la conexión con la gran Plaza del Obradoiro desde el Santiago moderno, tienen su propio encanto y su propia leyenda. Y son las que inspiraron al mismísimo García Lorca su “Madrigal a Cidade de Santiago”. La Ciudad de Piedra. La que cuando llueve…es aún mas hermosa.
LA PLAZA UNIVERSAL
El alma del peregrino se estremece cuando, camino del Obradoiro, escucha el sonido de las campanas basilicales. Pero será solo al entrar en la Plaza cuando vea saciada su sed espiritual mientras busca el milagro. La Plaza del Obradoiro es la decoración perfecta del entorno catedralicio compostelano. Y esta perfección impresiona al viajero. Por el equilibrio de sus edificios y por lo asombroso de la plaza en sí misma.
El actual Hostal de los Reyes Católicos es el antiguo Hospital Real y uno de los edificios monumentales más visitados por quienes vienen a Compostela, como peregrinos, como caminantes o como simples turistas. Fundado por Isabel y Fernando en el año 1492 es uno de los grandes monumentos compostelanos.
En el antiguo monte Libredón se ubica otro de los pazos urbanos de mayor interés, el Palacio de Xelmirez o Palacio Arzobispal, que está considerado el edificio civil más importante de la edad media en España. Su construcción se inició en el siglo XII.
Justo frente a la Catedral el Palacio de Raxoi, -sede del ayuntamiento santiagués, de algunas de las dependencias de protocolo de la Xunta de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Es neoclásico con fachada estructurada según un esquema simétrico ordenado a través de un frontón central triangular y dos frontones semicirculares laterales sobre columnas jónicas.
Los edificios civiles de la Plaza se completan con el Colegio de San Xerome, actual sede del Rectorado de la Universidad de Compostela, que conserva su puerta medieval hacia el Obradoiro.
LA CATEDRAL
Pero es la Catedral, sin duda, la obra arquitectónica más importante de la Plaza y de la Compostela Universal, y lo que convierte a la ciudad en uno de los centros de peregrinación más importantes del mundo.
La Catedral del Apóstol supone arquitectónicamente la mayor variedad de estilos, pero la mayor concentración de ellos la hallaremos precisamente en la fachada que da al Obradoiro, la principal.
Claro que hay que entrar también en el templo, en donde nos asombrará especialmente el Pórtico de la Gloria y todo el conjunto.
En el altar mayor nos reencontraremos con el Apóstol, al que abrazamos, para finalizar visitando su tumba. Al final de la misa solemne, siempre vuela el botafumeiro…
LA CULTURA
Galicia tiene en su idioma el más significativo acento cultural y diferenciador. Por eso florece la creación literaria en nuestro País. Al igual que las artes plásticas, las escénicas, las musicales y las audiovisuales.
Pero yo no olvido nunca que, esta… es otra historia de emigración y exilio, de ahí que reitere mi especial tributo, también, a quienes, desde el Exterior, mantuvieron viva la llama de nuestra cultura en aquellos tiempos tan difíciles, esa cultura que ya cumplió, al menos, 1022 primaveras.
Paseando por el Obradoiro, vuelve a mí memoria la máquina de escribir de Castelao en el Centro Galicia de Buenos Aires. Es el símbolo de la creatividad en el exilio. La creatividad que hizo posible esta actualidad de arte y literatura que nos diferencia y que nos da prestigio en todo el mundo. Porque en el arte y en las letras, en los lenguajes artísticos, está la cultura auténtica de esta Tierra.
Y ya se sabe que la cultura impregna el pensamiento, el sentimiento, las emociones… Por eso ocupa un lugar destacado en la historia de las dos Galicias. La de aquí… y la del otro lado atlántico.
TRAS LAS PAREDES MONACALES
Las atalayas de la Catedral, vigías del viejo Santiago, saludan a los campanarios de los otros templos y conventos habitados por las criaturas de Dios, hechas a su imagen y semejanza para hacer mas divina la ciudad apostólica, aunque el paisaje se extienda por todas las plazas y calles del viejo Santiago por donde transita la diversidad cultural del mundo.
El alma de Compostela está en el corazón de los peregrinos, en sus templos y conventos, que la influencia monástica nos ha dejado numerosos edificios religiosos de enorme valor histórico artístico.
Tal vez San Martiño Pinario fuese en el pasado el más influyente de todos los monasterios de Galicia, pero el más antiguo de la ciudad es el de San Francisco, que dicen fundó el mismísimo Francisco de Asís tras su peregrinación.
Santo Domingos de Bonaval, San Agostiño, Conxo y San Paio de Antealtares, son muestras interesantes de la importancia histórica de los monasterios santiagueses, pero…
¿Cuáles son los destinos actuales de estos magníficos edificios? ¿Cómo son los monjes y las monjas del siglo XXI? ¿Sigue vigente la clausura?
En San Francisco vive una pequeña comunidad de la orden franciscana que para subsistir han tenido que dedicar una parte del edificio a hotel.
En el otrora San Martiño Pinario se alquilan comedores para celebraciones especiales y viven en él algunos pocos monjes.
Santo Domingos de Bonaval es monumento funerario de los gallegos ilustres y también Museo do Pobo Galego.
San Agostiño sigue regentado por los Jesuitas y es un colegio mayor.
Hay más: Otro convento interesante –dicen que fundado por la dama Rusinda, que peregrinó con su amante muerto hasta Compostela- es el de Conxo, también del siglo XVI, al igual que el de las Madres Mercedarias, en la rúa Fuente de San Antonio. Otros dos edificios conventuales posteriores son el de Santa María de Belvís y el de las Carmelitas Descalzas, ambos del siglo XVIII, o el más reciente, el de la Compañía de María en la Rúa de la Enseñanza, terminado en el siglo XIX.
A FERRADURA
Cuando sientes el murmullo del agua a la sombra de centenarios árboles, este jardín, la Alameda, te parece el onírico lugar de la calma. Es como pasear por el edén y gozar el placer que nos brinda la atmósfera húmeda que envuelve la ciudad.
Nos marca el ritmo cada perspectiva y el otoño pone luz de paz en el alma, sentados a la sombra de la arboleda, una vez cumplidos los ritos que exige Compostela.
Aquí, en este su jardín, solo hay que mirar y escuchar para sentir la presencia de otros mitos paseando por el edén. Aquí, en el Santiago verde, descubrirás sorprendentes lugares como A Ferradura, que es un escenario superior, acaso el gran palco para contemplar la urbe que dominan, altivas, simbólicas y siempre hermosas –según la luz que las envuelva- las Torres de la Catedral.
Estaba releyendo poesía antigua cuando me encontré un poema de Gerardo Diego dedicado a las Torres de Compostela… Me parece tan hermoso que será el punto final que pongamos a este viaje que hicimos tu y yo, entre lo espiritual y lo natural, durante nueve semanas de nuestras vidas…
También la piedra, si hay estrellas, vuela.
Sobre la noche biselada y fría
creced, mellizos lirios de osadía.
Creced, pujad, Torres de Compostela.”
(Gerardo Diego)