Por Pablo Castro Abad
La noticia de que Portugal va a exigir un test negativo para cruzar la frontera entre los países ibéricos, desde el 1 de diciembre y hasta al menos el 9 de enero, con motivo de la declaración del Estado de Calamidad, ha caído como un jarro de agua fría, sobre la cabeza de todos los que deseamos una mayor y mejor cooperación entre España y Portugal.
La información dada por el gobierno portugués impone la necesidad de PCR antes de 72 horas de la llegada al país, o prueba de antígenos con 48 horas de antelación. La medida se fundamenta en el aumento de los contagios del Covid y el temor a la nueva variante de origen sudafricano. Los trabajadores transfronterizos quedan dispensados de esta obligación. Quien incumpla puede ser multado entre 300 y 800 €.
Es una medida que en la práctica supone un semi-cierre de las fronteras, pues el coste de los tests hace inviable, para gran parte de las economías personales, realizar los viajes y desplazamientos previstos.
Nada más conocerse la noticia, por poner un ejemplo cercano a mí, la promotora de un evento literario de la asociación Ibero-Polaca Arendi Cultural, en el que se presentaba, la antología poética Logos en el Instituto Polaco de Cultura de Madrid, se ha visto obligada a suspender. No pueden asumir los costes de los tests.
Lógicamente el impacto en las zonas de frontera es lo más preocupante, porque es de sobra conocido que en las comarcas fronterizas existe una necesidad «vital» de pasar la frontera varias veces al día. La economía de estas zonas está completamente interrelacionada a ambos lados de la raya, siendo la necesidad de test un obstáculo que deja a la población y a las empresas de la zona en una situación crítica.
La población rayana se encuentra en estado de shock, hay una mezcla de incredulidad, resignación e indignación, atenuadas por el anuncio de la dispensa para los trabajadores transfronterizos.
Los alcaldes rayanos de Portugal mostraron su preocupación. Según informa Diário de Noticias el regidor de Elvas ha declarado que” estas medidas van a perjudicar la restauración y la hostelería Elvense” , desde Arronches el presidente de la Cámara Municipal apuntaba “independientemente de ser justo o no, estamos en un periodo de pandemia, pero insisto que debe ser ponderado para no perjudicar a quien pasa la frontera con regularidad” y desde Campo Maior se aguarda la legislación , “una vez que lo que fue dicho por el ministro de Administración Interna que podrán ser realizados controles aleatorios en una dimensión pedagógica. Debemos aguardar para ver el efecto que tendrá en los municipios de Frontera. Debemos recordar que recientemente tuvimos las fronteras cerradas”
También me han llegado varios mensajes de indignación. El profesor de la Universidad de Extremadura, Luis Fernando de la Macorra, ha publicado un duro comunicado en Redes Sociales titulado “Otra vez destruyendo la Unión Europa desde las fronteras”.
En él se habla de las “consecuencias dramáticas”, que “perjudican las economías transfronterizas locales de todas las ciudades de la Raya Ibérica”, e indica que se “desvalorizan a las dos dosis ya acumuladas de vacunas, porque sólo su certificado no sirve para pasar la frontera. Y predispone a no querer voluntariamente pincharse la tercera…”
Después de escuchar y leer sobre el asunto, mis conclusiones son las siguientes:
– Una vez más se toman medidas generales sin tener en cuenta las necesidades de las poblaciones rayanas. La Raya y el interior por extensión, vuelven a ser olvidados.
–Las exigencias de test en la frontera terrestre no ayuda a mejorar la situación de la pandemia. La incidencia acumulada de la COVID, es menor que en Portugal. La llegada por carretera a Portugal de ciudadanos de países con alto nivel de riesgo, es inverosímil.
-Las consecuencias de las medidas anunciadas, en la frontera terrestre, tienen un coste mucho mayor que sus hipotéticos beneficios. El paso por las fronteras terrestre, es imprescindible para las actividades del día a día de las poblaciones rayanas. Para la hostelería, para el comercio, para los negocios, para las relaciones personales y sociales. No se puede pagar 30 € para visitar al novio o novia, o para llegar a un restaurante. Paralizar, otra vez estas actividades, tiene graves consecuencias. Multar con hasta 800 € por algo cotidiano, carente objetivamente de un riesgo considerable, no tiene sentido.
-La excepción para los trabajadores transfronterizos alivia la situación, pero es claramente insuficiente. La dispensa debe extenderse, al menos, a todos los ciudadanos transfronterizos.
– Se ha perdido una gran ocasión para mostrar el aprecio que merece la zona fronteriza. La nueva centralidad ibérica, de la que ha hablado el presidente Costa, debe ser considerada como tal con hechos y no solo con declaraciones.
(Publicado horas atrás : In EL TRAPEZIO diario electrónico que defiende los intereses de la zona fronteriza de A Raia y que está especializado fundamentalmente en el abordaje de los temas ibéricos. Publicación con la que RBTRIBUNA mantiene una excelente relación de amistad e implicaciones comunes en muchos asuntos).