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Un experto de la Universidad DePaul de Chicago reivindica el papel de la ciudadanía y las comunidades en la pandemia

Si algo han demostrado anteriores crisis de salud pública, desde el SIDA en los años 80 al brote de Ébola en África Occidental entre 2014 y 2016, es que la única respuesta creíble y basada en la evidencia es aquella que pone a las comunidades en el asiento del piloto, con las instituciones en un fuerte papel de apoyo complementario. Es lo que afirma Cormac Russell, experto del Asset-Based Community Development Institute de la DePaul University de Chicago en un artículo especial que acaba de publicar en la revista GACETA SANITARIA.

“Los gobiernos, sin variación, han respondido al impacto de la COVID-19 como caballeros blancos al estilo de Don Quijote cuando defendió a la población del virus-dragón y dedicó la caballería andante a la defensa de su dama Dulcinea –sostiene Russell en el artículo-. Pero no son tiempos para caballeros andantes. Estamos en tiempos de Sancho Panza, o lo que es lo mismo, de ciudadanos normales no acreditados y sus esfuerzos colectivos, que hasta ahora han sido considerados meros peones”.

Cormac Russell considera que los nuevos tratamientos, las vacunas, el distanciamiento físico, los estándares rigurosos de higiene y unos servicios sanitarios eficientes, aunque son esenciales, no bastan para contrarrestar el efecto del virus. El cumplimiento individual de las medidas de salud pública también importa, pero igualmente resulta insuficiente para disminuir la amenaza. “Estrategias más terrenales, lideradas por ciudadanos y con participación comunitaria, conducen a medidas innovadoras en cuanto a que se ajustan mejor a las necesidades de la diversidad de entornos y aseguran una mayor resistencia al virus y una mejor salud que los caballerosos esfuerzos aislados. El reto de la COVID-19 ofrece a las comunidades la posibilidad de hacerse más resilientes y menos frágiles, y no solo sobrevivir a esta crisis, sino florecer tras ella y estar mejor equipadas para los próximos retos”, considera Russell.

“Los decretos y mandatos gubernamentales de arriba hacia abajo, reactivos y mal comunicados no funcionan cuando los ciudadanos de la comunidad están excluidos y pueden tener efectos degenerativos no deseados en las capacidades de la comunidad. Los enfoques generativos, por el contrario, se basan en la creencia de que las comunidades mismas están en la mejor posición para saber qué es lo mejor para ellas. Con el apoyo adecuado y la información clara, los ciudadanos son eficaces en la creación de soluciones sensibles a los desafíos a nivel local”, argumenta el experto.

Para ello, propone construir comunidades de seguridad en las que los ciudadanos y las ciudadanas no cedan toda la responsabilidad a los profesionales de la salud y las instituciones y estén dispuestos a contribuir al bienestar de sus comunidades. “Las intensas restricciones de encierro, incluida la permanencia dentro de la propia casa, no han demostrado ser contrarias al deseo de los ciudadanos de contribuir a la seguridad comunitaria, en particular contra el aislamiento social. Desde la serenata en los balcones en España hasta el Street Bingo en Dublín, las comunidades han generado mitigaciones cuidadosas, imaginativas, sorprendentes y sofisticadas para los peligros muy reales del aislamiento social.”, recalca Russell.

“Los gobiernos –argumenta el experto- tienden, durante las emergencias, a ser reactivos y a aportar soluciones uniformes a los problemas de salud pública. Es un método torpe, unidimensional y de talla única. Con la participación comunitaria, podemos contener la circulación del virus mientras trabajamos en otras dimensiones para buscar soluciones a los problemas sociales y económicos que aceleran la propagación de esta y otras enfermedades. En el período posterior a la pandemia, cuando los males sociales viejos y revividos, como el desempleo, el hambre, las enfermedades psicológicas y la violencia, se reafirmen, dispondríamos de una estrategia más amplia, más sabia, participativa, comunitaria y de seguridad”, concluye.

La participación de la comunidad podría facilitar, según Cormac Russell, una mayor adherencia de las medidas impopulares. “Con el liderazgo de la comunidad, surgen soluciones creativas, innovadoras y personalizadas que satisfacen la gama completa de necesidades en nuestros diversos vecindarios y liberan la inventiva y el compromiso necesarios para capear esta crisis y avanzar hacia la renovación. Aunque no es suficiente por sí sola, resultará fundamental, especialmente para garantizar la aceptación suficiente de las vacunas entre los grupos marginados, para quienes la confianza en los sistemas médicos es comparativamente baja”, manifiesta el experto.

Por último, Russell considera que el desafío para los organismos estatales es involucrar a las pequeñas organizaciones sin ánimo de lucro que están arraigadas y comprometidas con vecindarios específicos. “Si bien las vacunas y la terapéutica son esenciales para abordar la COVID-19, no serán suficientes. Las comunidades deberán adaptarse hacia un futuro consciente de la pandemia donde la solidaridad social nos permita prosperar de manera justa”, concluye.

Cormac Russell es miembro del ABCD Institute (Asset Based Community Development, por sus siglas en inglés; Desarrollo Comunitario Basado en Activos) de la DePaul University en Chicago. Ha capacitado a comunidades, agencias, ONG y gobiernos en ABCD y otros enfoques basados en fortalezas en Kenia, Sudán del Sur, Sudáfrica, Reino Unido, Irlanda, Canadá y Australia.

Referencia bibliográfica
Cormac Russell. Supporting community participation in a pandemic. Gac Sanit. 2021. Disponible en:
https://gacetasanitaria.org/en-supporting-community-participation-in-pandemic-avance-S0213911121000108?referer=buscador

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