Adolfo Domínguez ("Fito", el de "A Roda") : retrato-recuerdo a cargo de Xerardo Rodríguez
ADOLFO DOMINGUEZ OTERO “FITO”
—- ¿Queréis grabar un disco?
—- ¡Outro que xa está borracho!
Era un grupo muy especial de gente simpática que cantaba canciones populares alrededor de una taza de vino. Lo hacían todos los días, al salir del trabajo, en “La Viuda”, que estaba al lado justo de “La de Eligio”, frecuentada por los intelectuales y periodistas de la época. A mí me gustaban aquellas dos tabernas del Vigo de los setenta, poseedor de muchos encantos en las calles que se protegían del gentío detrás de las más conocidas, como en este caso, tras la de Príncipe.
—- Os lo digo en serio… Estamos buscando gente para grabar con un nuevo sello, Xeira, que lo que pretende es servir de plataforma a los músicos del país…
—- ¡Pero nós somos uns caralláns, Xerardo! Nos non imos de profesionais…
El “jefe” era Luís Vaamonde, hermano de Suso Vaamonde, con el que ya estábamos preparando su mejor disco, “Sin rosmar un laído”. Pero “la voz”, la que mas destacaba por su profundidad de barítono, esa era la de Fito, que a su vez demostraba ser un excelente bebedor de aquel ribeiro a granel que servían en taza…
—- ¿Non sabes? O viño é para afinar.
—- Eu creo que podemos facer un disco moi popular coas cancións de taberna. ¡Pensadeo!
Aquel día, después del “Galicia de Noite” en Radio Popular, volvimos a hablar del asunto y quedamos en grabar el primer vinilo de “canción de taberna” que se hizo en Galicia. Ya sabes, el “Pousa, pousa” y otras once canciones como “O andar miudiño”, “O Gato”, etc. que son las que ahora cantamos todos cuando hacemos fiesta después del churrasco.
El primer disco de A Roda, del que tuve el honor de coordinar la grabación, fue el más vendido de toda la música gallega a lo largo de la historia y también el primero en obtener el Premio da Crítica Galega. Gustavo Ramudo se encargó de la producción y Juan Santabaya, que era director general de Movieplay, de impulsar su promoción en medio mundo.
RECORDANDO A LA VOZ MAS POPULAR DE A RODA
Hace tiempo que se nos fue Fito. Se llamaba Adolfo Domínguez, pero no le gustaba la moda, era la persona más sencilla que he conocido en mi vida. Estaba solo y así se sentía tras la muerte de su mujer y manager, Filo. Da la impresión de que murió de pena llorando la ausencia del ser que más amó.
La adoraba. Se le notaba en como la miraba y cuando te decía…
—- Eu diso non sei, pregúntalle a Filo…
Hablábamos de música siempre y siempre terminábamos cantando aquel “Miudiño miudiño” que me traía recuerdos del primer disco que grabamos con unidad móvil, en el Centro Sportivo de Ponteareas, bajo la dirección de Santiago Coello, el mejor técnico de sonido de los conocidos estudios madrileños “Sonoland”. Aquí, en Galicia, aún no había estudios para grabar…
Como siempre nos ocurre a los que leemos los periódicos por la tarde, me enteré con retraso de la muerte de Fito; como ya me había ocurrido con la de Filo, por eso no asistí a los funerales; pero me subí al monte San Marcos –donde el evangelista tuvo capilla en la Edad Media- y me puse a conversar con Fito por su mediación…
Su única preocupación en el espacio, donde se encuentra muy a gusto con Filo, es…
—- ¿E agora que vai ser de A Roda?
Aún lo estoy viendo en el escenario del Xacobeo, en Miño, con su barba y engolando aquella potente voz en la canción de los “bístequeles”. Sin duda, era la seña de identidad de este grupo que tiene hoy excelentes profesionales a los que yo animo a seguir. Porque, Fito, desde arriba, dice…
—- A mín é o que me gostaría…
Se lo diré personalmente a la nueva gente, que seguirán dándole al “Pousa, pousa” en cuanto pase la pandemia.
En mi retiro espiritual me acuerdo mucho de Fito y de su esposa, Filomena Dourado, Filo; pero también me conmueve y más de lo que parece, que la gente no te ponga un mail para contarte que antes se nos había ido Pituco, también pionero de A Roda y mi compañero de guerra antes de la muerte de Franco.
Espero que podamos volver a cantar el Miudiño cuando yo traspase la puerta definitiva.