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"EL CORREO, la lección de cada día", un oportuno artículo de Alberto Barciela

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En razón al merecido premio que acaba de otorgarle el Club Financiero, el diario "El Correo Gallego" ha sido noticia en las últimas horas. El periodista Alberto Barciela ha escrito un merecido artículo sobre el papel que "ECG" juega en el contexto de la Prensa gallega y en la propia ciudad y área de Compostela. Con la debida venia y en razón a la tan digna trayectoria del diario compostelano, pasamos a reproducir y dar lectura al interesante texto que tan bien ha sabido trazar Barciela.

EL CORREO GALLEGO es, desde hace 143 años, una parte esencial de Galicia y de Santiago de Compostela, un escaparate sin rebajas ni exclusiones de cada pueblo y comarca de sus Terras, un reflejo de sus aconteceres, un impulsor de iniciativas –muchas de ellas pioneras–, un dinamizador social, un creador de riqueza y empleo, un defensor de la cultura y la palabra gallegas, un escenario generoso para los profesionales de distintos ámbitos y para los propios ciudadanos, y un apoyo para los que tenemos la dicha de escribir en sus páginas, en el mismo soporte en el que proclamaron sus verdades las plumas más insignes, como Raimundo García Rodríguez ‘Borobó’, Camilo José Cela o Alfredo Conde.

El Club Financiero, y lo encarno en la figura de su presidente Roberto Pereira, ha acertado nuevamente al distinguir a un medio de comunicación que hoy, en un mundo de noticias construidas, como ocurre con todos los periódicos, responde por la verdad que cuenta, la firma, y se responsabiliza, contrasta sus fuentes y palpita con el conocimiento y la cercanía de sus redactores a los protagonistas de la noticia, que forma, informa y entretiene.

El Correo fue el primer medio gallego en contar con página web propia desde los mismos inicios de internet, precediendo a la página web de la CRTVG que tuve el privilegio de poder crear. Es un medio que desde muy pronto ha aplicado fórmulas de difusión multiplataforma, un ejemplo de cómo desde lo local se ha de participar en lo global. Si en palabras de Otero Pedrayo, Santiago es la aldea más grande del mundo, El Correo Gallego la ha convertido en una Aldea Global a la par que otros contribuíamos, con don Manuel Fraga, a que una red de redes medieval, los Caminos de Santiago, se convirtiesen en una marca de referencia mundial, solo comparable en repercusión a Inditex y Zara.

Con esta distinción son continuadores de una estela de excelsas empresas y egregios personajes como Jesús Alonso Fernández, fundador de Jealsa-Rianxeira; Emilio Pérez Nieto, presidente de honor del Grupo Pérez Rumbao; José González Fuentes, fundador y presidente de Egasa; José Sierra Fernández, presidente honorífico de Urovesa; Luis Miguel Simarro Esplá, director general de Congalsa; José Castro Suárez, presidente de honor del Grupo Castrosua, y Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de Abanca.

Todos ellos, con sus empresas, conforman un referente ejemplar de cómo crear riqueza y empleo, de cómo vivir pegados a la tierra y responder con idoneidad a su posibilidades, de cómo conquistar el mundo desde lo pequeño sin dejar por ello de defender lo que nos caracteriza como pueblo.

Como muy bien no enseñó a proclamar Gadis, de la mano de Roberto Tojeiro, han sabido “vivir como gallegos”, como buenos y generosos que proclama nuestro himno, y han encontrado la fórmula mágica de la universalidad competitiva en el mundo digital, del que el mejor exponente son Amancio Ortega y Pablo Isla, pero en el que también cabe Manuel Gómez-Franqueira de Coren, Jesús y Javier Domínguez de Lonia, Amancio López Seijas en Hotusa, entre otros. Todos han confirmado que “desde el lugar más pequeño del mundo se puede observar todo el universo”, como dejó escrito Vicente Risco.

Hoy, el más orgulloso sería don Feliciano Barrera, ese señor ejemplar, que desde una aldea de Ponteareas, Guláns, hizo un imperio, fomentó riqueza y empleo allí en donde se implantó, pero siempre tuvo como horizonte a Galicia. Su capacidad humana era mansa e inmensa; su implicación galleguista, absoluta; su generosidad, ejemplar. Es un referente ético y moral de superación y esfuerzo, incluso de evolución política; y un mecenas inolvidable.

Es imprescindible reconocer a los mejores, crear referencias de verdad, impulsar a los creadores, a los artistas, intentar vislumbrar un futuro en el que habrá que desenvolverse con mayores cotas de competitividad, formar a los jóvenes con talento, unir a los gallegos del exterior en un proyecto imperecedero, rebuscar en las raíces nuevos brotes, valorar a los que pueden suponen una punta de lanza en estos tiempos difíciles, potenciar la presencia de gallegos entendedores de nuestros valores en los nuevos medios de comunicación, y encontrar entre tantas cosas que nos dividen aquellas que nos unen.

Lo que antecede me lo enseñó un señor que se llamaba Manuel Fraga, con el que tuve el honor de trabajar por Galicia y para Galicia, y que con sus errores y disensiones, representa aún hoy un paradigma de cómo sentarse en la mesa con los que piensan de otra manera, ni mejor ni peor, como Domingo García-Sabell, Ramón Piñeiro, Díaz Pardo o Xosé Manuel Beiras.

El Xacobeo –que supuso elevar el PIB turístico de la comunidad a casi 13 %–, Galicia Calidade, la Ciudad de la Cultura, las infraestructuras de carreteras, la gasificación y tantas otras cosas nacieron del talento y del esfuerzo, de unir y reconocer, de valorar al otro y de contar con todos. Las memorias de Fraga en Galicia, las de verdad, son una cuestión pendiente que han de aclarar muchas verdades. De alguna manera llegarán y entonces también se sabrá lo que hizo por Compostela y por esta bendita región de España. Permítanme el símil, El Correo es hoy la mesa camilla de Piñeiro.

Los premios justos ponen de relieve la verdad. Lo cierto es que esta empresa y otros medios son esenciales para esta tierra Madre y Señora, cantada así por Cabanillas. Puede que el medio que precedió al mítico La Noche sea el más generoso; lo es con sus lectores, lo es con los profesionales de las más diversas índoles, a los que reconoce anima y estimula con las informaciones diarias y con sus Gallegos del Año, club del que me honro en forma parte; y lo es porque, pese a quien pese, está ahí cada mañana fresco y lozano proclamando que merece la pena seguir adelante, lo que más necesitamos en tiempos de pandemia.

Esa es la gran lección de superación, la que muy bien ha reconocido el Club Financiero de Santiago. Enhorabuena.

ALBERTO BARCIELA



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