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Atardecer en "Playa América". Crónica de lo intrascendente cuando algunos bajan ya la persiana del Verano...

Ya es sábado. Pasó la fiesta de los incendiarios y asaltantes de la vía férrea. ¡Qué pena da Catalunya!. Las imágenes que ofrece -hoy, al despertar- esa presentadora de fin de semana del "24 horas" por cuyo rostro parece no pasar el tiempo, producen asco a cualquier persona sensata.

Hace calor estos días. ¡Qué atardecer de temperatura ideal al lado del mar, ayer en Playa América!. Una semana después de las toneladas de algas en la arena por allí acumuladas (que al pisarlas producían horas después picazón en los tobillos), aquello estaba más presentable. Pero vamos, no piense usted que la limpieza del arenal denotaba ser extrema. 

¡Pero qué atardecer tan maravilloso, viendo el ir y venir (con las islas Estelas al fondo) del barco de Mar de Ons entre Baiona y las Cíes!. Eso sí, tumbado sobre la toalla, en la arena, era imposible cerrar un rato los ojos; moscas, demasiadas moscas, aterrizando una y otra vez sobre la piel del que esto escribe. 

Es muy mejorable lo de Playa América, al fin y al cabo escaparate importante del llamado Turismo de las Rías Baixas. Hasta la megafonía de la playa, limitada a un par de altavocillos  casi de juguete podía mejorarse (¿no hay en el Concello de Nigrán dinero para más?). Y mejorar la cortinilla musical antes de los avisos que dan sobre la distancia y la mascarilla : ponen unos segundos de aquel sonido que emitía con su flautilla el paragüero/afilador que antaño recorría las calles... Suena eso y luego va el mensaje : guarden distancia, usen la mascarilla al moverse por la playa y para acceder a la misma... Todo bien, sí, pero de tercera división, apenas se oye aquello...

¡Qué atardecer de temperatura ideal también en el agua salada, ayer en Playa América!. Daba gusto estar metido en aquellas aguas calientes; eso sí, turbias, revueltas en la orilla, un mejunje de agua salada y miles y miles de trocitos de algas flotantes, de tal manera que o te metías hasta donde llegaba el agua al pecho, o no podías bañarte en agua de mar sin más... Son los valores enemigos de Playa América en esta época del año. Pero claro... aparcar allí, comodamente, al lado de la tradicional parduzca arena, tiene este precio cuando llega el final del verano.

Pero... ¡qué atardecer de temperatura ideal en el arenal y también en el agua salada, ayer en Playa América!. Buen civismo en la gente, separación adecuada, a lo que ayudaba la marea baja que agiganta el espacio físico de la playa (esta vez no tuve que irme al subir la marea); goce para la vista, porque el lago ese que delante tienes, que va en lámina de agua entre el muelle de Panxón, la praia de Area Fofa y Monteferro y la ya ensenada de Baiona, es una maravilla y un deleite para la vista, aunque en medio haya de vez en cuando un par de locos con moto de agua haciendo lo que no deberían de hacer, o incluso unos tipos exhibiéndose desafiantes con fuera-borda al límite de la zona protegida... Pero ya se sabe, que donde hay gente (y ayer había bastante para ser viernes-tarde y fines de verano), suele haber impresentables para que el decorado, como ayer en Catalunya, tenga sus dosis de cafres y cafradas...

Recuerdo inevitable en estas fechas, para mi padre Eugenio, a mi abuelo Emilio... que se fueron en septiembres que atrás quedan.  Anuncia ya el otoño con reiteración el tipo que sale en otra tele explicando que tras los calores de este fin de semana vendrá un cierto cambiazo, con alguna precipitación y otras temperaturas, en la semana que el lunes entra. Suelo ser a veces de los que, empecinado casi, llevan la contraria. Me da por ir a la playa cuando otros ya bajan la persiana, su persiana y... despiden el verano. Tal vez porque uno de los mejores baños de mar de mi Vida -de imborrable recuerdo- me lo di, un 12 de octubre, cada vez más lejano, en las aguas de la Ría de Aldán, que bañan los arenales de primera división, de lo que llaman O Hío. 

Lo bueno, nunca se olvida. Aunque los años pasen. Aunque esta porquería de la Covid nos amenace a todos. ¡Que Dios nos proteja y que el Arcangel San Miguel nos ayude, que también en septiembre se celebra al jefe de los ejércitos de Dios en las religiones judía, cristiana e islámica... protector al fin y al cabo!.
Porque tal y como está el patio de la Covid maldita, a los creyentes nunca nos vendrá mal rezar.

Buen fin de semana, en todo lo posible.




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