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Los personajes y relatos de Xerardo Rodríguez. Antonio Machín : el negro tenía sangre gallega

Ya está en la Net, desde primera hora de este sábado, siempre se renueva y acrecienta los sábados, la revista de nuestro admirado amigo y maestro, Xerardo Rodríguez : www.galiciaunica.es   Viene magnífica, como cada semana; refrescante, con un gran viaje por Os Ancares; con el relato tan especial que Xerardo nos hace del día a día de cada semana, con un sin fin de cosas (hay en esta edición de www.galiciaunica.es  recogido un chiste que un día le contó Abilio Bernaldo de Quirós realmente magnífico). 

Como es habitual, os traemos aquí uno de los magníficos artículos-relato, a modo de invitación a que os paséis, cuando menos un par de días a la semana, para leer no solo lo nuevo que Xerardo Rodríguez edita en su Galicia Única, sino también tantas y tantas cosas en su potente archivo que, por intemporales, son y serán legibles pase el tiempo que pase. Lo que hoy traemos a Rías Baixas Tribuna versa sobre aquel inolvidable cantante, Antonio Machín. Y, como siempre en todo lo que Xerardo edita, no tiene desperdicio. Disfrútalo...


ANTONIO MACHÍN

Aquel era el Ourense del “Xesteira”. Sí, el de la calle Capitán Eloy, que lo mismo era un cine, que un teatro, una sala de conciertos o un pabellón deportivo. 

En su pantalla vi las primeras películas, aquellas de la “infantil”; poco teatro, algún combate de boxeo y un concierto que me resultará siempre inolvidable, el de don Antonio Machín.

Tenía yo 17 años y escribía como ahora, por puro vicio. Lo hacía entonces en una revistita –el primer gratuito de España- que llamábamos “Fin de Semana”. Me escondía como crítico, bajo el pseudónimo de Don Rumor y hacía, como reportero aprendiz, algunas entrevistas “breves”. Lo editaba Luís López Salgado “Pitis”, desde Publicidad Central que era, según slogan de Angel Huete, “Una lluvia de ideas”. 

En Publicidad Central también ponía voz al programa “Spar”, que tenía como sintonía el tema de “Los Cañones de Navarone”, por eso aún lo silbo de vez en cuando. En aquella época “Antonio Tabarés e Hijos, Ultramarinos al por Mayor”, ya hacían promociones semanales de esas que te ofrecían los “duros” a cuatro pesetas

—- ¡Señora! ¿Para qué buscar? ¡Ahora está Spar!

A mí me encantaba hablar por la radio. Mejor dicho, leer, puesto que el guión era de Angel Huete. En el Instituto, donde ya cursaba Preuniversitario, todas me decían…

—- Tienes muy buena voz…

—-  ¡Qué bien hablas por la Radio!

—- Etc. Etc.

Y eso, claro, me encantaba…

Pero “leer” por la Radio a mí me gustaba más porque me permitía entrevistar –con preguntas que me pasaba Angel Huete– a los grandes de la canción española… El poder tocar de cerca las estrellas era fascinante.

Llegó el día del concierto de don Antonio Machín, en el otoño ourensano del 1959 y yo me pasé el día repasando sus canciones…

—- Camarera, camarera… Tú eres la camarera de mi amor…

Y hacía un movimiento con brazos y manos como si estuviera tocando las maracas…

No te extrañe lo de “la camarera” porque en el ambigú del Instituto, la niña que hacía los bocatas estaba tan de muerte como el producto que devorábamos a eso de las once…

Pero, déjame que te cuente de Machín aunque todo lo sucedido aconteció en diez minutos, sentados en la silla plegable de un cutre camerino,  indigno de una estrella como él… 

—- Don Antonio…

—- ¡Uyyy, chaval! Empezamos mal… Yo soy Antonio. Los artistas solo tenemos el don del arte y ese no se antepone al nombre…

—- Perdone, Antonio… ¿Usted por qué se marchó de Cuba si nació allí? ¿Es de derechas? ¿Le gusta Franco?

—-  Mira chaval. Yo no hablo de política nunca pero te voy a contestar: Nací en Cuba de casualidad, pero podía haber nacido en Galicia…

—-  ¿Por?

—-  Porque mi padre, José Lugo Padrón, era un emigrante español que se fue a Cuba de casualidad… Así que permíteme decirte que soy negro de cuerpo por mi madre, Leoncia Machín; y blanco de alma por mi padre, el gallego José…

—- ¿Y por qué se fue de Cuba?

—- Porque esta no es la Revolución del pueblo sino un sistema para expoliar y hacer sufrir al pueblo… 

—- ¡Anda! Pues aquí, en mi Instituto, todos queremos ser como Fidel y el Che y hacer una revolución…

—-  ¿No publicarás eso, chaval? ¡Que son capaces de meterte en la cárcel…!

—-  Entonces, Franco no le gusta tampoco…

—-  De ti para mí, lo único que me gusta de verdad son las mujeres y cantar… Y no publiques estas cosas que luego son capaces de expulsarme de España.

Aquellas cosas se publicaron en la “pequeña” revista que –decía el delegado de Información y Turismo “estaba infestada de rojos”. Aquel “ejército enemigo” del Régimen lo componíamos tres: Huete, Pitís y un servidor de ambos maestros. Pero, sin rencor, vuelvo a Machín

Recuerdo que hube de esperar a que terminase el concierto para seguir conversando… algo que agradecí infinitamente porque lo vi entre bastidores…

Poca percusión… Un piano… Una guitarra acústica… Una batería que solo utilizó las escobillas… Sus maracas… ¡Y su voz! 

No tenía micrófono delante como tienen todos ahora… Cantó todas. “Dos Gardenias”, la “Madrecita”, “Angelitos Negros”… Mi “Camarera”… Y terminó con tres bises para cerrar con el “Manisero”.

Fue apoteósico. Un exitazo que el público premió con largas ovaciones. Luego…

—- Estoy agotado, chaval. Venga, dos preguntas y me voy a descansar…

—-  ¿Siente que los gallegos somos racistas?

—- Conmigo no, porque soy un cincuenta por ciento gallego. Además, te voy a decir una cosa: las gallegas más guapas están en Cuba o en Miami, chico. Son las que tienen la piel canela. ¡Te enamorarás de alguna cuando las conozcas! ¡Ya verás!

—-  ¿Cuántos años tiene y cuantos conciertos ofrece al año?

—-  Los años ya me he olvidado y conciertos, unos doscientos.

—-  ¿No son muchos?

—- Ya descansaré cuando cante solo aquella… “Ya estoy en el cielo, corazón…”

—-  ¿Y cuál es la canción a la que le tiene más cariño?

—- “El Manisero” por ser el primer éxito y “Angelitos Negros” porque es un gran canto social para defender a los míos…

Y allá se quedó en el camerino cutre, agotado… 

Antonio Machín murió en el 77, cuando España iba a celebrar sus primeras elecciones democráticas. Mi única charla con él sucede en su primera gira por un país que vive sus peores momentos, mucho peores que los de ahora…

Antonio Machín fue, como se decía en la época, un suceso. Incluso forma parte del refranero popular…

—- ¡Te mueves más que las maracas de Machín!

Murió en Alcalá de Guadaira, cantando. Tuvieron que retirarle del escenario al que ya no pudo regresar. Lo enterraron en el Cementerio de San Fernando de Sevilla a pesar de que vivía en Madrid; y allí, cada 7 de junio, se reúnen familiares, amigos y fans para rociar con ron su tumba y cantar sus canciones.




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