El caballo menorquín es una raza autóctona de la isla caracterizado por su finura y elegancia, nobles, hábiles y disciplinados. El caballo es el protagonista de todas las fiestas populares que los pueblos de Menorca celebran durante el verano. El punto de partida del calendario festivo es Ciutadella, que en junio vive a fondo sus emblemáticas fiestas de Sant Joan, y finaliza en septiembre con las de Maó.
Durante las celebraciones -no este año que han prohibido lo de los caballos-, contemplarás a los caixers (jinetes), que visten su traje de just (de hombre justo) y montan magníficos caballos de raza menorquina, formando cabalgatas que recorren las principales calles y plazas de cada población.
Las fiestas cumplen unos estrictos protocolos, y combinan los actos religiosos con los populares jaleos. En el jaleo, los caixers entran en la plaza mayor y pasean entre la multitud demostrando sus habilidades como jinetes, haciendo saltar a los caballos mientras suenan canciones típicas interpretadas por la banda de música local. Una multitud se agolpa alrededor de los caballos para hacerlos levantar sus patas delanteras, cuando el animal muestra todo su poder y nobleza. ¡Todo un espectáculo ecuestre!... Este año está prohibido, lógicamente.
Pero... por lo que se observa, ahí está este fragmento de la portada del diario de Menorca que así lo denuncia; caballos no habría, pero... jolgorio, peligroso apelotonamiento de gentes y notoria ausencia de mascarillas en muchos casos (de la distancia de seguridad ya ni hablemos)... para dar y tomar.
Así no vamos a ninguna parte.
Una Sociedad incapaz de sacrificarse -todos sus integrantes- un poco, de auto-limitarse por su propio bien, incapaz de sembrar hoy para recoger pasado mañana... que a lo que se apunta en no pocos casos es a sembrar riesgo para recoger desastre, no va a parte alguna.
Hoy es esto de Menorca, pero ¡cuántos menorca´s no habrá por España adelante en este verano!.
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