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En desagravio y recuerdo del inolvidable jesuita, padre António Vieira, orgullo de Portugal

Bestias, irracionales, estúpidos ignorantes... dieron cabo esta semana de la estátua del padre Antonio Vieira, situada en la ciudad de Lisboa, llenándola de pinturas y rotulando despropósitos en el lugar.
Siguiendo la moda internacional de estos agitados días de junio, un grupo de anormales se instaló en el entrañable rincón lisboeta, donde se rinde permanente homenaje a quien fue figura insigne de su tiempo... ¿Objetivo? : dejar la huella salvaje de la ignorancia, de la memez, de la intolerancia. Todo lo contrario de los valores que representó el inolvidable jesuita.

Hace algunos años que Portugal recuperaba plenamente a una de las figuras más importantes de la literatura en portugués, el padre jesuita António Vieira, con el lanzamiento en el país lusitano de su obra completa, formada por 30 volúmenes y más de 20.000 páginas.

Considerado un referente literario de la historia luso-brasileña, al nivel de Shakespeare o Miguel de Cervantes, Vieira, que nació en Portugal y murió en Brasil, ha vivido con frecuencia a la sombra de Luiz Vaz de Camões, Fernando Pessoa y José Saramago, tal vez los más famosos representantes de la literatura portuguesa internacionalmente hablando, como "La Vanguardia" glosaba hace unos años.

Admirado especialmente por Pessoa, que llegó a definirle como "el emperador de la lengua portuguesa", el padre António Vieira tuvo una vida larga y prolífica -vivió 89 años, entre 1608 y 1697- tiempo que le llevó a practicar, aparte de la literatura, la oratoria y la filosofía.

El legado de esta polifacética figura, una de las más influyentes en el siglo XVII, llegaba hace casi seis años a los lectores en lengua portuguesa en 30 tomos, oficialmente lanzada esa gran colección en Lisboa por la editorial Círculo de Letras. 
El proyecto, un esfuerzo conjunto de 52 investigadores portugueses y brasileños, es, según la editorial, uno de los más ambiciosos de la historia literaria portuguesa.

"Nadie antes de él ni después de él hizo tanto con las palabras y por las palabras. Sin Vieira, no tendríamos la lengua que tenemos", escribió en aquella celebración del lanzamiento António Sampaio da Nóvoa, ex-rector de la Universidad de Lisboa.
"Más que un individuo, es una multiplicidad de heterónimos en carne y hueso", definió José Viriato Soromenho-Marques, catedrático de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa, institución que encabezó el proyecto de investigación y publicación de la obra de Vieira.
"Vieira tuvo un papel fundamental en la creación del concepto de condición humana, con su visión universalista del hombre", explicó Viriato.

El padre Antonio Vieira nació en Lisboa el 6 de febrero de 1608 y vivió como misionero, diplomático y orador, entre Portugal y Brasil, donde se educó y empezó su vida como religioso, ingresando a la Compañía de Jesús, la gran responsable por llevar el cristianismo a las colonias ultramarinas portuguesas.

El jesuita Antonio Vieira fue un transgresor en su época y defendió los derechos de las tribus brasileñas y condenó la esclavitud de los indígenas, con quienes convivió y aprendió el tupí.
También respaldó a los judíos, al abogar por la abolición de la distinción entre cristianos viejos y cristianos nuevos, estos últimos judíos convertidos al cristianismo perseguidos por la Inquisición.
En Brasil, donde es conocido también como "Paiaçu" (Padre Grande, en tupí), tuvo una influencia significativa en el Barroco brasileño, y fue uno de los más importantes críticos del colonialismo.

El jesuita fue acusado de herejía por la Inquisición por estas ideas vanguardistas.
También se le censuró por ser férreo defensor de la profecía del sebastianismo, según la cual el rey Sebastián I de Portugal, muerto a los 24 años en la Batalla de Alcazarquivir en 1578, volvería para restablecer el imperio portugués, en la época bajo el dominio de España.
Su libro "Historia del Futuro", considerado uno de los más importantes relacionados al sebastianismo, reaviva el mito del Quinto Imperio, utopía en la cual Portugal encabezaría el dominio mundial del cristianismo, sucediendo los cuatro imperios anteriores de la Antigüedad: asirio, persa, griego y romano.

El religioso António Vieira actuó como representante de los intereses de Portugal en las negociaciones con Francia y los Países Bajos en pugna por los territorios brasileños, predicó en Brasil y en la corte real portuguesa, y escribió más de 20.000 páginas, reunidas en estos 30 tomos de la colección.

Filósofo, misionero, diplomático, reo de la Inquisición y aventurero, Antonio Vieira murió en Salvador de Bahía, en julio de 1697.
A pesar de que no se concretó el sueño de ver a Portugal en el centro del mundo, Vieira hizo realidad a sus propias palabras en el Sermón de San Antonio.
"Nacer pequeño y morir grande es llegar a ser hombre. Por eso nos diera Dios tan poca tierra para el nacimiento, y tantas para la sepultura. Para nacer, poca tierra; para morir toda la tierra. Para nacer, Portugal: para morir, el Mundo", dijo quien sin duda alguna fue un gran hombre.

La Câmara de Lisboa mandó restaurar el monumento cuanto antes...

Las redes sociales se llenaron de testimonios de condena...



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