Por Mikel Iturralde.
Cada vez que llega este día es necesario recordar lo ocurrido, aunque solo sea para homenajear a cuantos murieron por la acción cobarde de los terroristas, a los que quedaron heridos y a quienes aún viven con el alma alterada por los trágicos sucesos de Madrid de aquel 11 de marzo de 2004. Han pasado dieciséis años, pero son muchos quienes siguen marcados por los momentos vividos. La herida sigue abierta; nada podemos hacer para taponarla. Habrá llantos, susurros, silencio, dolor… homenajes discretos y silentes. Aquel fatídico día, entre las 7.37 y las 7.41 horas de la mañana, diez bombas estallaban en Madrid en cuatro trenes de Cercanías. El atentado más devastador que ha sufrido nuestro país. España enmudece ante la masacre, que deja 191 muertos y más de 1.800 heridos. No lo olvidemos.
Sin embargo, los organizadores han suspendido el homenaje convocado para hoy en Atocha debido a la epidemia del coronavirus, que ha provocado 21 muertes en la Comunidad de Madrid, donde los contagios ascienden ya a 782. Este acto había sido convocado a las 10.30 y estaba previsto que asistiera el presidente de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Eulogio Paz, y los secretarios generales de UGT y CCOO de Madrid, Luis Miguel López y Jaime Cedrún, respectivamente, y de la Unión de Actores y Actrices, Iñaki Guevara. En cambio, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) mantiene por el momento el acto de recuerdo que cada año celebra en el Bosque de los Ausentes, en el parque de el Retiro, que está previsto a mediodía de mañana y que presidirá la presidenta de la AVT Maite Araluce.
Las bombas del 11-M fueron preparadas por un grupo de fanáticos islamistas. Los atentados fueron obra de un grupo de terroristas originarios de Marruecos y Túnez. Una célula formada por diez hombres planificó y llevó a cabo los atentados, previa adquisición de doscientos kilogramos de dinamita Goma-2 ECO, robados de la mina asturiana La Conchita por el minero José Emilio González Trashorras. Así lo establece la sentencia 65/2007 de la Audiencia Nacional, ratificada, en lo sustantivo por el Tribunal Supremo en 2008.
"Ninguna derrota del terrorismo puede ser digna si no reconoce, honra y ampara a sus víctimas", una tarea que se debe hacer, ha añadido "sin caer en falsas neutralidades, equidistancias o ambigüedades", recordaba días atrás el ministro de Interior. Fernando Grande-Marlaska reclamaba la necesidad de no olvidar a quienes han sufrido el terrorismo durante un acto conmemorativo celebrado en la sede de la Real Academia Española, con motivo del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, que se conmemora el 11 de marzo.
"Una sociedad sin memoria es una sociedad sin rumbo. Carente de realidad. Carente de palabras y de relato. Carente, en definitiva, de verdad. Porque una sociedad sin pasado es al mismo tiempo una sociedad sin futuro, una sociedad que no mira hacia atrás tampoco conseguirá mirar hacia adelante", subrayaba el ministro.
Este miércoles se cumplen 16 años de los atentados. Y no, aunque lo parezca, no nos hemos olvidado. No nos perdonaríamos arrinconar los recuerdos. La amenaza del Daesh es permanente. Cierto. Pero no sería justo que sus víctimas quedaran relegadas de nuestra memoria. No podemos caer en el olvido; por ellos. In memoriam.