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Los frutos de la relación Galicia / Norte de Portugal : demasiada hipocresía, poca realidad palpable...

El presidente de la Xunta advirtió ayer, en Vigo y Porto, de la torpeza comunitaria al no incluir el tramo ferroviario entre Vigo y Porto, dentro del llamado Corredor Atlántico. Feijóo hizo ver -otra vez- la importancia del tramo ferroviario en cuestión y exhortó a sus interlocutores portugueses y españoles, a luchar por conseguir fondos europeos que sirvan para mejorar el citado tramo ferroviario, apelando a la condición transfronteriza del mismo.

La realidad pura y dura es que a la mayor parte de los políticos españoles y portugueses les importa un pimiento si hay un buen tren entre Vigo y Porto, si hay también eficaces trenes de mercancías entre Portugal y Galicia...
Hace ya no pocas fechas, cursamos un e-mail con una pregunta clara y concisa hecha al señor Secretario General del Eixo Atlántico. Planteábamos algo fundamental en la relación ferroviaria entre el Norte de Portugal y Galicia. Ni puñetero caso nos hizo el indivíduo. Ni la delicadeza de dos líneas de contestación. Se supone que si contestaba a aquello habría de reconocer la supuesta torpeza de su organismo de no haber sabido pelear -ni siquiera cuando el presidente de la Câmara Municipal de Braga fue presidente del Eixo Atlántico- por integrar a la tercera urbe de Portugal en una mejora y/o ampliación de la línea entre Porto y Vigo, algo que sería no demasiado costoso y sí altamente rentable...

¿Por qué suceden estas cosas, como el ignorar a Braga y así no transformarla en una estación pasante del tren internacional Galicia-Portugal?. Lisa y llanamente porque esa tropa política que nos ha tocado en suerte vive de espaldas a la realidad y actúa como le da la gana... sin adecuados estudios, sin proyecciones reales de futuro inmediato alguno...
¿Qué les puedes pedir cuando tragan por retrasos escandalosos en la ejecución de obras retrasadas durante años, como la actual en marcha electrificación de la llamada linha do Minho?.
Es perder el tiempo, predicar en el desierto, machacar en hierro frío...

Infelizmente, guste o no lo que decimos, en las relaciones entre Galicia y el Norte de Portugal han faltado siempre hombres con verdadera vocación, con verdadera pasión por la inter-relación de dos pueblos que son -en el más amplio sentido de la palabra- auténticos hermanos. 
Van mucho más por delante los ciudadanos de a pie que los políticos que en ambas zonas les representan.
El evidente desprecio -por ejemplo- del alcalde de la ciudad más importante de Galicia por potenciar las relaciones con el Norte de Portugal es algo que suscita tristeza, enorme tristeza. Los años de don Abel Ramón al frente del Gobierno de Vigo son años perdidos para la tarea pendiente de hacer muchas cosas en común con los hermanos portugueses.

Hay, por lo demás, hipocresía, mucha hipocresía. Se les llena la boca -más en Galicia que en el Norte de Portugal- hablando de lo cercamos y hermanos que somos. Si algún acto protagonizan al respecto, ellos son los más... La realidad es que escarbas un poco y debajo no hay nada. Y así va pasando el tiempo. Portugal, a muchos de nuestros políticos gallegos y españoles, les interesa para comer bien -y a ser posible pagar poco-, ir de vacaciones al Algarve y comprar atoalhados de calidad... Y poco más. Claro que hay excepciones, pero esas no dejan de confirmar la regla.

Por eso, volviendo al principio : si no somos capaces de desarrollar -y en eso los Gobiernos portugueses tienen notable culpa por su desastrosa, en general, política ferroviaria- algo tan fundamental como una infraestructura de comunicación por ferrocarril minimamente adecuada; si no facilitan los políticos el acercamiento a través de concretar dotaciones e infraestructuras adecuadas... poco podemos esperar en el logro de una plena y fructífera relación entre Galicia y Norte de Portugal.
Lo que se ha avanzado en las relaciones Galicia/Norte de Portugal, ha sido, fundamentalmente, desde iniciativas privadas. Las públicas, pudiendo haber sido muchas, han sido -las más de las veces- ridículas, inoperativas, frustrantes...
Pese a ello, aún seremos algunos, los que no nos callaremos al respecto. Al menos mientras vivamos... Merece la pena pelear por lo que de justicia y tan razonable resulta.

EUGÉNIO EIROA


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