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Apoteósico concierto de Tito París en la Casa da Música, en Porto. Otra vez la contagiante alegría de vivir que transmiten las melodías del genial artista caboverdiano

Apoteósico concierto del cantante-músico caboverdiano Tito Paris, en la Casa da Música, en la ciudad de Porto, este pasado sábado noche, con entradas agotadas en taquilla y un final inenarrable, con el público puesto totalmente en pié coreando y bailando las últimas melodías interpretadas por el genial artista y los 8 músicos de primerísima línea que le acompañaron durante una hora y tres cuartos de un recital de los que no se olvidarán, aunque los años pasen.

Tito Paris encheu a Casa da Música, no Porto, onde tocou as músicas do mais recente disco. "Mim ê Bô" é uma fusão da música cabo-verdiana, com as sonoridades de outros países da lusofonia.


Casa da Música. Porto.
Sala Suggia. "Lotaçâo esgotada".
Tito Paris y 8 músicos de primerísima línea.
Sábado, 12 de enero de 2018.

Debe estar por los 55 años, este caboverdiano universal. En las butacas abarrotadas de la Casa da Música había una mayoría de gentes entradas en años este frío sábado de enero. Verles a esos mayores en pie, coreando, aplaudiendo, bailando frenéticamente, cuando Tito abordó sus dos últimas canciones, fue un espectáculo en si mismo. 
Sí, valga la expresión hispana : Tito París puso la Casa da Música -de Porto- boca abajo. Hizo lo que ahora está tan de moda y el lleva tantos años haciéndolo : interactuar con el público desde el primer momento de su concierto. Por medio, ponerse incluso una camiseta del FC Porto del que es reconocido adepto. Pero detalles al margen, que los hubo y muchos; Tito Paris no defraudó a nadie. Ha llegado su música ya a una altura y a unos tan cuidados arreglos que, inevitablemente, se le debe considerar una figura mundial, aunque siga habiendo necios que no sepan valorar -pese a que Tito está ya a ciertas alturas de la Vida- lo mucho y excelente que París lleva aportado a la Música.

El concierto de Porto, presentado como oportunidad para acercarnos al nuevo disco de Tito París, mostró varios temas del nuevo "Mim ê Bô" -francamente interesantes, muy cuidados en la orquestación-, melodías de calidad que acabarán enriqueciendo el formidable portfolio del artista.
Salimos del concierto (que se nos pasó volando) valorando mucho lo que en voz alta reflexionaba un productor musical célebre, allí presente : "tráta-se dum disco no qual o músico não abandona os ritmos que lhe correm nas veias desde jovem". Tal vez sea ese el secreto : tantas décadas después, Tito sigue siendo el mismo, apoyado ahora más si cabe en unos músicos excelentes que le acompañan -y a los que dirige a la perfección-, no engaña, no inventa, no hace sino engrandecer mornas, coladeras, funaná... 
Cesárea Évora fue grande, imensa, genial, maravillosa... puso a Cabo Verde en el mapa mundial gracias a sus músicas. Pero... ¿por qué Tito París no merece, de una vez y por todas, un reconocimiento igual?. Si a los 1.214 espectadores que asistieron este sábado de enero al concierto de Porto, se les preguntase si Paris encarna también lo máximo en la música caboverdiana... la respuesta sería unánime y rotundamente sí.
El concierto de este sábado aportó la certificación de que el artista, el creador, sigue en perfecta forma. Nuestro entendido amigo y compañero de butaca, a propósito del nuevo CD -varias de cuyas canciones escuchamos en el concierto- nos decía que "vê-se que é um disco à Tito Paris, mas é um disco com outra sonoridade, com uma sonoridade diferente, com um Tito mais experiente".

Convocados pues, desde la nostalgia de músicas que desde décadas abrazan como propias, los espectadores de la Casa da Música del sábado 12 de enero de este nuevo año, salieron altamente reconfortados porque con esa facilidad pasmosa para hacerte amar coladeras, mornas, funanás... Tito París no les había defraudado. Ni con los temas del nuevo disco, ni con las esencias a modo de recordatorio de clásicos de siempre también en Porto interpretados.
A estas alturas del nuevo siglo, el Mundo sabe que Cabo Verde posee un rico acervo musical, una mezcla de tradiciones musicales portuguesas, africanas, brasileñas, incluso antillanas... No hay concierto en el que Tito Paris no reivindique también esa lusofonia de la que resulta inmejorable embajador. Lástima no le hagan más caso los políticos en su planteamiento integrador tantas veces recordado por el.

15 años pasaron desde que Tito París presentó un disco con nuevas composiciones, hasta la llegada de este "Mim ê Bô". Por medio están los hijos, que se han hecho mayores, algunos músicos, siguiendo la estela del padre. La propia bohemia de Tito, su carácter tan especial como entrañable, nada justifica que a este artista se le mida solo por lo que compone; y no -también- por lo que lleva actualizado, mejorado, recopilado, adaptado de otros que le han precedido. La obra musical del cantante, compositor, músico (bajista excepcional, conocedor profundo también de no pocos instrumentos...) Tito Paris, se ha caracterizado siempre por una constante contribución en el plano de la renovación y fusión de ritmos tradicionales de Cabo Verde como la morna, coladera o funaná con otros ritmos e influencias del espacio comprendido en la lusofonía.

Recordaba el especialista Carlos Galilea que, desde niño, aún sin cumplir diez años, Tito ya frecuentaba los bares de su Mindelo de músicos y artistas bohemios. "Fue una época fantástica de aprendizaje en la que iba a tocar con los adultos. Algunos me preguntaban, '¿tu madre sabe que estás aquí?'. Y los músicos que todavía no me conocían, al ver que cogía la guitarra, me decían 'psshh, déjala ahí'. Yo protestaba: '¡que sé tocar!'. Al ver que era cierto ya no me volvían a decir nada", cuenta Tito Paris. "Ni jugué a la pelota. Prefería la música", aseguraba el cantante riendo.

"Tengas hijos para criar, tengas viejos para cuidar..." dice la letra de alguno de sus temas clásicos que Tito París recordó en el concierto de Porto, mientras las lágrimas de la emoción y el recuerdo nublaban la vista de no pocos de los presentes en la gran Sala Suggia.
Otra ocasión, la de la Casa de la Música, en la que volvió a dejar su tarjeta de visita, su recordatorio de lo que tan acertadamente piensa y años lleva repitiendo : "los sonidos de la lusofonía son todavía jóvenes, porque hubo países en guerra muchos años y todo quedó cerrado. Hay una riqueza inmensa que la gente desconoce. Se deberían organizar encuentros porque abriéndonos a los demás, con la democracia cultural, ganamos todos".
Mientras lo de la lusofonía no va poco más allá que de las buenas palabras y unas cuantas teorías, basta una noche vibrante, pletórica, de sonidos envolventes y mágicos, para recordarnos que alrededor de lo que fue un día también Portugal, hay artistas y culturas, músicas fantásticas, que llegan y se apoderan del alma del escuchante, para hacerle prisionero para siempre, adepto incondicional, como lo fuimos -y somos- de Tito Paris los 1.214 que pagamos entrada en este segundo sábado del año nuevo de 2019. 
Que Dios bendiga a Tito París y que siga muchos años contagiándonos esa su tan especial alegría de vivir que se refleja en sus músicas, que no es otra que la propia de todo un pueblo... pobre, humilde pero inmensamente digno como es el caboverdiano.

EUGÉNIO EIROA & CACILDA MACEIRA

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